Hace unos días, una mujer en la consulta me decía que con toda la parafernalia y tratamientos que recomendábamos en torno a la menopausia, la estábamos convirtiendo en una patología. Y aunque quizá tenga su punto de razón, lo cierto es que esta etapa de la vida femenina es un acontecimiento fisiológico que acaece, inevitablemente, a todas las mujeres en torno a los 50 años.

Sin embargo, la idea de menopausia como enfermedad surgió en textos médicos publicados a principios del siglo XIX. Según palabras de Morrison en 1948, «el período crítico de trasvida o de cambio de vida, como normalmente se llama, suele conducir al desarrollo de la enfermedad. Bajo estas causas excitantes, las actuales enfermedades corporales, que suelen producirse tras la supresión del flujo menstrual, provocan una depresión de espíritu, que, ocasionalmente, tienden al suicidio». ¡Muy, pero que muy fuerte!

Afortunadamente en los tiempos actuales sabemos que las cosas no suceden así. Porque, aunque todas las mujeres, en esta etapa de su vida, experimentan una disminución de sus niveles hormonales, un 20% no presentan ningún tipo de sintomatología, un 50%, a pesar de presentar síntomas, no vive la menopausia como una experiencia dificultosa, y tan solo un 10% de ellas considera estos síntomas como incapacitantes. Por otra parte, tampoco debemos olvidar la influencia que la cultura tiene en la respuesta individual a la fisiología. Por ejemplo, una mujer puede sentir sofocos como un inconveniente menor, mientras que otra, cuyos síntomas son similares, puede experimentarlos como algo que afecta de forma muy importante a su calidad de vida. Incluso las que viven en un país -como sucede en Japón- que no tiene palabras para explicar esta sintomatología, no los tienen, o si los experimentan los perciben como algo totalmente normal.

Por tanto, resumiendo, la menopausia, con la consiguiente disminución de estrógenos, es un hecho fisiológico, pero con unas consecuencias indeseables concretas. Por eso, quizá lo más importante sea que las mujeres dispongan de una serie de pautas que les permitan vivir esta etapa de sus vidas de un modo saludable. Opino que, si están bien informadas, actuarán de forma más adecuada en el cuidado de su salud. Hay que tener en cuenta que los beneficios que hoy en día ofrece la medicina son múltiples, pero no debemos olvidar que los hábitos de vida saludables van a ser primordiales para tratar de contrarrestar los desórdenes que provoca el déficit hormonal.