Oviedo, Eduardo GARCÍA

-¿Investigar es llorar en la Universidad de Oviedo?

La pregunta sirve de punto de partida para un debate a dos bandas entre el nuevo vicerrector de Investigación, Santiago García Granda, y el vicerrector saliente, Pedro Sánchez Lazo. Ambos llegaron a la Universidad asturiana en 1980 y ambos tienen una amplia trayectoria profesional investigadora. La investigación fue uno de los caballos de batalla electoral en la campaña que ganó Vicente Gotor, y tiene todos los visos de ser una de las principales referencias de trabajo del nuevo equipo rectoral. La Universidad de Oviedo cuenta con unos sesenta grupos estables y efectivos de investigación que agrupan a menos de mil investigadores. El presupuesto de investigación de la Universidad es de unos treinta millones de euros.

PEDRO SÁNCHEZ LAZO: No estoy de acuerdo en que investigar aquí sea llorar. Hemos avanzado mucho y eso lo sabemos los que tenemos perspectiva histórica.

SANTIAGO GARCÍA GRANDA: Que se ha avanzado es incontestable, sobre todo desde el empujón a la investigación que se dio a finales de los ochenta. Pero llorar es un poco consustancial al investigador.

S. L.: Siempre se quiere más pero lo importante es que las estructuras se adapten a los tiempos.

G. G.: La gente ya no pide tanto dinero como equipos fuertes.

S. L.: Porque en la Universidad el que se mueve consigue esos recursos materiales. Pero aquí tradicionalmente la investigación se ha basado en la investigación de los estudiantes. Y eso no puede ser. Tenemos que basarnos en senior, gente con trayectoria, altamente cualificada a la que, como es lógico, cuesta trabajo incorporar.

G. G.: Es que no tenemos una plantilla de investigadores, y aquí tiene mucho que ver la tradición. Desde siempre nos han pagado por ser profesores, no por ser investigadores.

S. L.: Estamos ante un reto para todas las universidades españolas. Se pueden contar con los dedos de las manos los grupos que en la Universidad de Oviedo estén formados por investigadores que no sean docentes. En los Estados Unidos, por ejemplo. Los grupos de investigación tienen uno o dos líderes, seis o siete investigadores doctores y dos o tres estudiantes doctorandos.

G. G.: Y aquí es justamente al revés. Son los estudiantes los que sacan las investigaciones adelante. Muchas veces escuchas: «Me han dado un proyecto, pero no me han dado becarios». Y nos olvidamos de que el becario es fundamentalmente una persona que está en formación.

S. L.: Pero romper esa dinámica no es fácil. Hay que empezar por romper esquemas.

G. G.: Otro problema que veo es que falta jerarquía en los grupos de investigación. Todos somos iguales, y eso facilita que, al más mínimo roce que exista, el grupo se disperse.

S. L.: Hablamos de la necesidad de consolidar grupos, de aumentar el número se investigadores senior, pero en el fondo esto sólo se consigue con financiación adecuada. Los proyectos de financiación tienen que incluir los recursos humanos. Si hay proyectos serios y con una perspectiva de cinco años, pongamos por caso, la gente se compromete. En España sólo se presupuestan los consumibles.

G. G.: Hay buen nivel, cantidad de doctores que se mueven fuera del país y que logran trabajo en grupos de investigación muy potentes por ahí fuera.

S. L.: De mi grupo, diez personas están en el extranjero. Lo asumo.

G. G.: Pero así como muchos se van, nosotros tenemos la obligación de captar a investigadores externos. Y lo podemos hacer porque somos competitivos.

S. L.: Claro. Pon recursos y la gente viene.

G. G.: Hay mucho que ofrecer. Entre otras cosas, Asturias es una tierra muy atractiva para vivir y trabajar.

S. L.: Pero cuando vas a alguien que te interesa contratar y le dices: ven, que tengo para ti una beca al mes de 800 euros durante un año. La contestación es fácil de imaginar: te dice que no.

G. G.: Los salarios de los investigadores contratados son precarios, y las condiciones lo son más. Otras autonomías, las de siempre, tienen mecanismos más eficaces. Cataluña y Euskadi ofrecen contratos por cinco años, revisables. Y se aseguran de que la gente pueda hacer un mínimo plan de vida. Es otra historia, la Universidad de Oviedo es el reflejo de la sociedad asturiana, y el Gobierno regional va a dedicarnos el dinero que realmente pueda dedicar. Ni más ni menos.

S. L.: Pero tampoco se puede decir que padezcamos un grave problema presupuestario. Además, de los treinta millones de presupuesto, la mitad ha provenido en 2007 de la empresa privada, sobre todo en proyectos de desarrollo. Hablamos de un presupuesto general que hace cuatro años era tres veces menos.

G. G.: Y que el nuevo equipo rectoral pretende duplicar en los cuatro años siguientes.

S. L.: En la Universidad de Oviedo las líneas de investigación se han definido por cuestiones personales.

G. G.: Entre otras cosas porque no tenemos presupuesto para un plan propio de investigación. La Universidad no puede decir vamos a investigar en esto.

S. L.: Eso pasa en todas las universidades. Yo no me imagino a la Universidad de Oviedo con suficiente autonomía financiera como para ir por libre.

G. G.: La gente, de todas formas, se adapta bien a las fuentes de financiación, por ejemplo las que llegan de la Unión Europea. Seguimos lo que nos marcan los planes nacionales y regionales, aunque la Universidad da ideas. El presupuesto de treinta millones de euros es importante, y no hay organismo en el Principado de Asturias con más recursos humanos que la Universidad, pero nos falta organización. No sólo es cuestión de cifras, lo importante es la calidad. Y hay indicadores para medirla.

S. L.: Investigación de ciencias, pero también de letras. Soy muy respetuoso con las investigaciones humanísticas, que en ocasiones han sido todo un filón de trascendencia internacional.

G. G.: Ahí tenemos, por ejemplo, la cueva de Sidrón. El error ha sido siempre comparar unas áreas con otras. Pero la mejor investigación puede verse dramáticamente afectada por la burocracia. Uno de nuestros retos será facilitar la gestión de los investigadores, que tengan tiempo para lo que realmente quieren: investigar. En la Universidad de Oviedo la burocracia nos envuelve.

S. L.: Reconozco que no hemos sido capaces de desenredar la burocracia universitaria.

G. G.: Otro problema, que no es nuevo, da dispersión.

S. L.: Voy a poner un ejemplo: la biblioteca de la Universidad, treinta y tantos centros... La de Oviedo tiene más personal que las de Harvard o Yale.

G. G.: Otro reto pendiente es el de crear una plantilla real y suficiente de técnicos cualificados. El personal técnico apenas existe en la Universidad de Oviedo, equipos técnicos con nivel superior a lo que puede haber en la sociedad.

S. L.: Sí. Gente cualificada que sabe hacer las cosas, personal donde la frontera entre investigador y técnico es muy difusa. Nos podemos gastar quince millones de euros en equipamientos pero no lo equivalente en recursos humanos técnicos que logren que esos costosísimos equipos rindan. Si compras un equipo de un millón de euros hay que dedicar no menos del diez por ciento a gastos de mantenimiento. Y eso no se hace. Es como comprar un coche de Fórmula 1 y dárselo, por ejemplo, a Pinín para que lo conduzca.

G. G.: Yo me marco un horizonte: aumentar en este mandato un 25 por ciento el número real de investigadores en nuestra Universidad. Y no me estoy refiriendo a investigadores estrellas.

«Investigación de ciencias pero también de letras, respeto las investigaciones humanísticas»

«En la Universidad de Oviedo las líneas de investigación se han definido por cuestiones personales»

Pedro Sánchez Lazo

«Desde siempre nos han pagado por ser profesores, no investigadores»

«Los salarios de los investigadores contratados son precarios, y las condiciones, más»

Santiago García Granda