Valencia, Francesc ARABÍ

El padre provincial de la orden de los carmelitas descalzos de la provincia de Aragón y Valencia, Pascual Gil, ha puesto en conocimiento de la fiscalía un posible caso de pederastia cometido por un religioso de la congregación que ejercía en una parroquia de Castellón. La víctima de los supuestos abusos, que habrían tenido lugar hace tres años, fue un menor de 16 años, un monaguillo que ayudaba al sacerdote los fines de semana y cobraba por ello cien euros mensuales. En su relato de los hechos, el adolescente explica cómo el acoso que ejercía sobre él el religioso fue a más, hasta convertirse en «una auténtica pesadilla».

Pascual Gil, tomando una decisión sin precedentes en España, acudió a la justicia ordinaria siguiendo estrictamente el mandato del Vaticano, además de intervenir por la vía canónica.

La víctima cuenta, en un manuscrito incluido en la denuncia y remitido desde la parroquia latinoamericana en la que actualmente vive, que el episodio más grave tuvo lugar en el monasterio de Burriana, donde el cura lo condujo a una habitación apartada que cerró «con candado», lo invitó a tumbarse en un colchón y le realizó tocamientos. El muchacho empezó a colaborar en la parroquia como monaguillo en septiembre de 2007. Poco a poco, cuenta, «el padre comenzó a cogerme de la mano». Pasados dos meses, el cura empezó a buscar mayor contacto físico: lo invitaba a «descansar» tumbado en un sofá situado en una sala y el sacerdote «se aproximaba por detrás». Así, refiere, hasta el suceso de Burriana, donde, tras someterlo a tocamientos, el cura llegó a pedirle que practicaran el acto sexual. El sacerdote, dice, acabó «sollozando e implorando perdón de rodillas».

El pasado 26 de abril los padres del monaguillo informaron a un superior de la orden, en Roma, de aquellos hechos; aquel se desplazó a Valencia y el pasado sábado mantuvo una conversación con el acusado, que negó los hechos. El sacerdote llegó a sopesar la posibilidad de autoinculparse, aun manteniendo su inocencia, para evitar el escándalo. El cura declaró que el monaguillo le guarda rencor porque robó dinero de la colecta, que por ese motivo «habían discutido» y luego «se abrazaron en un gesto de reconciliación». Luego se desdijo, exculpó al muchacho y manifestó haber inventado la historia del robo «por miedo».

Tras escuchar sus versiones, la orden decidió poner el asunto en conocimiento de la justicia ordinaria. Los carmelitas han adoptado paralelamente medidas cautelares contra el cura «mientras duren los procesos», que está recluido en un convento de Soria del que únicamente saldrá para comparecer ante la justicia.