Oviedo, P. G.

-El equipo de la OSPA busca al que será su sucesor.

-El proceso de revisión de otros candidatos me parece necesario. El problema es qué pasa ahora, cuál es el desarrollo futuro de esta institución. Habrá que ver en qué dirección se quiere ir, qué se espera del próximo titular y cuál es el proyecto de la OSPA para los próximos diez años

-¿El núcleo ruso aún es el corazón duro de la orquesta?

-Los músicos rusos han caído fundamentalmente en la cuerda, y han sido fundamentales para dar estructura y tradición a esta orquesta. No hay ninguna duda de eso. Pero también los americanos. Pensemos sólo en la importancia de los Pearse, Peter y Myra -flauta coprincipal y principal, respectivamente-, en la orquesta. Son una de esas pequeñas familias que componen nuestra OSPA.

-Algunos de esos músicos están próximos a la jubilación.

-Habrá que buscar la manera de que la orquesta mantenga su nivel, para tener, por una parte, jóvenes talentos y, por otra, gente que tenga también experiencia de repertorio. Mi sucesor tendrá que convocar audiciones fuera, como me tocó hacer a mí, y presentar la orquesta en centros musicales importantes.

-¿Pesan las obligaciones no musicales de la orquesta?

-Este último año, Ana (Mateo, gerente de la OSPA) está al cargo de todo, ha mantenido firme el rumbo de esta institución y para mí ha sido un gran descanso en ese sentido. Montar las temporadas y la razón de ser de los programas lleva mucho tiempo.

-El concierto del viernes, con las quintas sinfonías de Beethoven y Chaikovski, le devolverá a sus primeros días con la OSPA.

-Mi primer programa con la orquesta, del que surgió esta relación, fue la «Quinta» de Chaikovski. Me encontré con estos rusos, que se dejaron el alma tocando, y se produjo un primer contacto emocional entre ellos y yo que fue clave para el futuro. En el programa siguiente hice la «Quinta» de Beethoven, y ahora se unen las dos. Quería terminar con un programa que fuese bonito, que no fuese largo ni cansado, y que tuviera a la orquesta como principal protagonista. Pero no es un programa fácil, todo lo contrario.

-¿De qué forma le gustaría materializar su futura vinculación con la orquesta?

-La OSPA tiene que ser la madre de lo que, en términos musicales, nace y crece en el Principado. De lo que va a ser la música asturiana del futuro. La relación con la Joven Orquesta debe estructurarse según el modelo de Galicia, por su estrecha relación con la orquesta «grande». Los músicos que salgan de Asturias deben poder mirar a la OSPA como lugar de trabajo. En un futuro, y ya se lo he dicho a la Consejera, me gustaría ligarme a un trabajo en ese sentido.