Gijón, Luján PALACIOS

Entre todos suman varias vidas de dedicación a al cliente, de servicio a una profesión que no dudan en calificar como «muy dura», pero que también les ha dado satisfacciones. Ahora, ya jubilados o a punto de hacerlo, el Grupo de Hostelería Costa Verde de Gijón rinde homenaje a diez hosteleros de la ciudad con una misa en la iglesia de San Pedro y una comida en el restaurante La Carbayera, que tendrán lugar el próximo martes.

Los homenajeados de este año son Salvador Capín, de la cafetería Oliver; María Luz Álvarez, de Ultramarinos Bar Mari Luz; Luis Antonio González, de la cafetería Olimpia; Matilde Vallina, de la cafetería Papi y Mami; José María Arredondas, de la Bodega Jaila; Ángel Luis Palenzuela, de la cafetería Tívoli; Evaristo Cerrato, de lacafetería salón de té Yuste; Ángeles Peláez, de la parrilla Julio; Sinesio Gordón, de la sidrería Dakar, y Luis Herrador, del pub Tívoli. Diez profesionales curtidos en mil y una batallas a los que les ha llegado la hora de tomarse un respiro y disfrutar de un bien merecido descanso.

Porque, como asegura Sinesio Gordón, «es un trabajo muy duro, sabes cuándo entras pero nunca cuándo sales, hay que ser muy constante y te quema mucho». Él acumula 43 años de trabajo entre la empresa privada y la hostelería, aunque con el negocio de la sidrería «me fue bien».

Luis Antonio González también sabe lo que es pasar toda la vida en la hostelería. «Empecé a los 16 años», relata, «y si volviera a nacer, volvería a ser hostelero, porque trabajé mucho pero lo que hice, lo hice con gusto», asegura. Ya lleva jubilado un año, y aunque no echa de menos el trabajo, «al principio me costó. La familia siempre me apoyó y los clientes fueron muy fieles, así que el balance que hago es muy positivo».

En el caso de Ángeles Peláez, Geli para sus clientes, aún mantiene la vinculación con la clientela, porque los negocios siguen ahora en manos de los hijos. Ella regentó durante 10 años el quiosco La esquina, y asegura echar mucho de menos «a la gente de Contrueces, que para mí era como una familia». Además, le tocó trabajar duro como cocinera en varios negocios hosteleros. «No lo echo de menos, aunque la verdad es que ahora tampoco paro», sentencia.

También entre fogones se desenvolvió durante 29 largos años Matilde Vallina, a la que aún le quedan dos para la jubilación. No obstante, sus dos hijos siguen con el negocio, y asegura que ella siempre está «muy alegre trabajando, me gusta esto y estoy contenta en ello». La única pega en estos años ha sido que «llevábamos la cafetería del Conservatorio de Música, y cuando lo llevaron a la Laboral, nos perjudicó mucho», asegura.

Luis Herrador echa igualmente de menos los viejos tiempos, aquellos en los que «para empezar en la barra tenías que tener méritos, cuando la hostelería era muy limpia y muy sana». Lo dice desde la perspectiva de 52 años en el sector, en el que empezó en el antiguo Hernán Cortés. Tras una etapa de aprendizaje, pasó por unos años «muy felices» en Tívoli y Corinto, donde se convirtió en un barman «muy solicitado». Los últimos años, los de la crisis, «han sido los más negativos, hay demasiada oferta, y mucha gente con poco dinero».

Ángel Luis Palenzuela también sabe de qué habla cuando se refiere a la hostelería. Empezó a trabajar con 12 años, de botones en el Costa Verde, inauguró varios negocios y tuvo otros en propiedad. «Unas veces me fue bien, otras no tanto, la profesión es muy dura, pero el trato con la gente es lo mejor». Además, considera que la atención al público «ya no es lo que era». Un punto en el que coincide con Evaristo Cerrato. «Antes la hostelería era mucho más profesional, el trato al cliente era exquisito», subraya. Junto con su mujer, Mari Carmen Álvarez, sabe lo que es «que te den las seis de la mañana y al día siguiente tener que abrir a las 10 de la mañana». Después de 45 años en la profesión, con negocios propios como la cafetería Capri o la sidrería Pasaje, que siempre funcionaron «de lujo», recuerda con añoranza los años en que, como barman experto y reclamado por varios negocios, «hacía el trabajo de dos personas».

Junto a ellos, el próximo martes también serán homenajeados Gilberto Sánchez, de la cafetería San Rafael, como barman del año; Pablo Álvarez, de la cafetería Plaza, al local del año; Argentina Acebal, del restaurante El Casino, como camarera del año, y Mario Sampedro, del mesón La Rueda, mejor escanciador. También se reconocerá a Francisco José Vizoso, jefe de investigación del Hospital de Jove, como «gijonés ejemplar».