Mick Jagger: camisa roja, zapato rojo, chaqueta negra, cuerpo de los años sesenta y voz casi en el tono de aquellos años, y dándole, a golpe soul (de su estilo) a «I can't turn you loose». No era un estadio. Era «más grande». Era la Casa Blanca. Y en primera fila, viendo a la voz principal del mundo del rock, los Obama. Acompañaban con palmas y una amplia sonrisa ante tal placer y honor. Mick Jagger siguió con un blues (de hecho los «Stones» han sido la mayor empresa europea importadora de blues) y marcando sus pasos habituales, emulando aquellos movimientos que raptó en su día a otra musa de la música negra, Tina Turner.

En realidad lo que hizo el jefe del mundo fue mostrar su buen gusto para esto de la música popular. Pocos (algún millonario suelto, algún jeque, Amancio Ortega...) pueden llevar a casa a Buddy Guy, B. B. King, Jeff Beck, Al Green... y una espectacular banda para que te cante sin necesidad de quitar las zapatillas ni la bata (aunque a los inquilinos de la Casa Blanca no les queda otra que vestir de gala). No todo el mundo puede hacerlo, muy cierto. Pero no todos los que pueden tienen el buen gusto para inclinarse por tal celebración. Obama ya festejó su llegada a la Casa Blanca con una canción de la gran Etta James, aunque en ese caso le faltó un punto de delicadeza y la invitada fue Beyoncé, que versioneó «At last». En fin, gran Obama musical que ayudó a evocar la música negra como en su día lo hicieron en pantalla grande los «Blues Brothers».

Eso sí, Obama formó una banda de lujo para la ocasión; con dioses del blues, del soul y del rock. Señores, señoras: «The White House Band».