Los arquitectos Nacho Ruiz y Sara López son los auores del proyecto expositivo y de investigación «Aprendiendo de las Cuencas», que se exhibirá hasta el próximo mes de febrero en Oviedo (sala Sabadell/Herrero) y Gijón (Centro de Arte Laboral).

Los arquitectos Nacho Ruiz Allén y Sara López Arraiza, comprometidos desde sus orígenes profesionales con la investigación, tuvieron una intución. Surgió tras la lectura de cuatro libros fundamentales en su especialidad que analizan el desarrollo urbano de Los Ángeles, Las Vegas, Nueva York y Tokio. Pensaron en las cuencas mineras de la zona central de Asturias. «Desde el punto de vista arquitectónico tienen cosas fascinantes», afirma Ruiz Allen.

Con un proyecto muy elaborado y ambicioso, «un híbrido a medio camino entre la exposición convencional y el documental tridimensional», como lo definió ayer Benjamin Weil, director artístico de Laboral, los dos arquitectos se presentaron en el despacho de Miquel Molins, presidente de la Fundación Banco Sabadell. Molins comprendió enseguida que era «una gran idea con una gran materia» y pensó que encajaba en los contenidos del Centro de Arte Laboral. Aquella ilusión espontánea es, desde ayer, la exposición «Aprendiendo de las Cuencas», una propuesta que, en opinión de Nacho Ruiz Allén, «pone en valor un territorio y recupera una imagen amable de las cuencas mineras».

Presentada ayer en su escenario de Oviedo, la sala SabadellHerrero, e inaugurada en La Laboral, su otro espacio, la muestra es, en palabras de Miquel Molins «un paso previo para recuperar este paisaje y poder gozar de el. Un paisaje quizás único, por su complejidad y su carácter mestizo, incluso de sonido».

Sometidos a un fuerte proceso de industrialización, en estos territorios mineros coexisten de modo anárquico los paisajes natural, rural, industrial y urbano. Como dicen Nacho Ruiz y Sara López, llevan inscrito en su código genético el conflicto sobre el que se levantan. «Nos encontramos ante un entorno sin equivalente en Europa», añaden. Una aventura que califican de «fascinante». «De algún modo estamos tocando un tema muy sensible y emotivo», subraya Sara López.

Fotos, mapas, artefactos y grabaciones sonoras se mezclan con instalaciones artísticas, películas, bases de datos y herramientas interactivas, indicó Benjamin Weil, para quien todo ello surge de «una meticulosa investigación que pone en pie una topografía increiblemente densa de un entorno único». Un entorno que le lleva a pensar en los estratos geológicos. «Las dos exposiciones ofrecen una valiosa visión sobre un territorio que simboliza los cambios vividos por el mundo en un tiempo récord; en poco más de un siglo, lo que fue un enclave aislado se transformó en una zona pujante y de ahí pasó a sufrir un grave declive económico, a pesar de los claros indicios de riqueza cultural y de potencial renacimiento. Es una nueva mirada sobre este territorio y quizas estas herramientas nos ayuden a retomar la pregunta de qué es Asturias».

La exposición de Oviedo, subtitulada «Artefactos de la memoria», muestra los resultados del trabajo de documentación y catalogación realizado durante la investigación. Los «artefactos» -se han elegido 40 y según los comisarios podrían haber sido miles- son las arquitecturas híbridas que son el núcleo del proyecto y que constituyen las causísticas más frecuentes que los investigadores han encontrado en su trabajo. Nacho Ruiz y Sara López realizaron 51 incursiones de exploración, recorrieron 5.615 kilómetros y tomaron 4.391 fotografías en dos años de trabajo.

En Laboral, varios artistas colaboran con los objetivos y análisis de la investigación con producciones específicas a modo de especulación onírica. «Espectros, proyecciones y ensoñaciones» cuenta con trabajos de Fran Meana, que explora la capacidad de imaginar el futuro combinando el cine documental, la literatura de ficcióny proyectos arquitectónicos utópicos; y de Bárbara Fluxá, que realiza una lectura de las implicaciones de la yuxtaposición de paisajes en las Cuencas.

Otro aspecto muy interesante de la muestra, destacado por sus promotores, es la propuesta «La mina y su sonido», realizada en colaboración con el crítico y comisario José Manuel Costa, con el apoyo del artista y fonografista Juanjo Palacios, que incluye el desarrollo de cuatro piezas de paisajismo sonoro a cargo de Óscar de Ávila, Edu Comelles, Mind Revolution y Daniel Romero. «Este paisaje tiene sonido, el sonido de la vida», apunto Miquel Molins.

Distintos ejercicios de re-significación de la arquitectura de las Cuencas, así como especulaciones de otros artefactos con propuestas de zon-e completan una muestrra que podrá verse en ambos escenarios hasta febrero de 2014.

La exposición se convertirá en libro, tal y como anunció ayer Miquel Molins quien también trabaja en la posibilidad de que pueda verse en otras ciudades españolas, Barcelona probablemente la primera de ellas.

A su presentación, además de los ya citados, asistieron Alejandro Calvo, viceconsejero de Cultura, y Pablo Junceda, director general de Sabadell/Herrero, que patrocina la muestra.