Cincuenta años ha tardado el mexicano Héctor Aguilar Camín en contar completa la historia de su familia, que resume en "Adiós a los padres", el mejor libro que ha escrito tanto desde el punto de vista literario como vital, asegura, y que le ha permitido curarse de las heridas de ese pasado. "Adiós a los padres", editado por Random House, es una historia de emigrantes en la que Aguilar Camín, hijo de madre asturiana y sobrino nieto del poeta Alfonso Camín, dice que hay dos adioses: "El de mis padres a los suyos y cómo los acompañan a la muerte, y el mío hacia mis padres, haciendo lo mismo".

Una historia de ruptura y reconciliación que tiene como punto de partida una foto antigua y desencadenante del "despojo" que su abuelo paterno hizo del negocio del padre del autor en su localidad natal, en Chetumal. Esta circunstancia, junto a un ciclón que arrasó la zona en 1955, arrebataron a su progenitor "la identidad, el encanto y la iniciativa y lo convirtieron en un hombre distraído y alcohólico", hasta que abandonó la casa familiar y se quebró la familia.

Emma, la madre del escritor, era hija de asturianos que emigraron a Cuba y de allí a México. Tras ser abandonada por el marido en 1959, decide con su hermana, la tía Luisa, llevar a sus hijos a la capital.

El matrimonio no vuelve a verse hasta que los reúne en 2004 una neumonía, de la que son tratados en el mismo hospital, aunque el autor se reencuentra con su padre en 1995, después de 36 años. "Mis secretos familiares fueron terribles hasta que los puse por escrito", señala el autor, que vivió marcado por la ausencia de un padre.