Veo las noticias en la tele y me acuerdo de Hiparco de Nicea. Me pasa desde que empezó la campaña electoral. Es más o menos así: veo las noticias, o sea, ese conglomerado de sucesos y deportes al que estos días han añadido propaganda electoral, y me paso el resto del día pensando en el bueno de Hiparco. Pero el domingo aún más. Estaba viendo «Telediario. Segunda edición» en La 1 cuando, tras hablar de los mítines del PSOE y del PP, el presentador, David Cantero, largó lo siguiente: «En campaña dedicamos a cada partido el tiempo que marca la Junta Electoral, una obligación que limita la libertad de información según las principales asociaciones de prensa de España y el Consejo de Informativos de TVE». Como para no acordarse de Hiparco.

Hiparco realizó en el siglo II a. C. el primer gran catálogo de estrellas según sus posiciones y brillo. Pero no se le ocurrió catalogarlas según su número de puntas, y eso que solemos pintarlas así, con puntas. El caso es que en los mítines del PSOE siempre hay focos que se ven como enormes estrellas de cuatro puntas formando un aspa de largos brazos. Mientras, en los mítines del PP no ocurre así y los focos parecen estrellas de ocho o seis puntas más bien cortas. Esto es algo que pasa en las noticias de todas las cadenas por igual porque todas nos ponen las imágenes que los partidos les facilitan (y, al parecer, manipulan descaradamente). Las cadenas ahorran una pasta porque les dan el trabajo hecho, los partidos controlan la imagen y los contenidos que se ofrecen de sus actos, y todos tan contentos. Mientras, los espectadores no decimos ni pío sobre la libertad de información y otras grandes palabras como hace el Consejo de Informativos de TVE. Nosotros lo más que podemos hacer es mirar al cielo y, si la contaminación lumínica nos deja, intentar reconocer alguna de las 850 estrellas que catalogó el gran Hiparco. Todas preciosas. Todas sin puntas. Tal como llegan del espacio a nuestras retinas tras un largo viaje, pero sin manipular.

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