Oviedo, M. S. MARQUÉS

La revista científica «Archaeometry» acaba de publicar uno de los últimos trabajos relacionados con el grupo neandertal de la cueva de Sidrón (Piloña). Se trata de un estudio que recoge los resultados de los últimos análisis realizados por diferentes laboratorios para precisar lo más posible la edad de los fósiles hallados en la cueva.

Hasta ahora, las pruebas más fiables establecían una franja cronológica que alcanzaba los 43.000 años, datación que ha sido ampliamente rebasada, hasta llegar a los 49.000, con los nuevos sistemas de medición utilizados por un avanzado laboratorio francés. El sistema de análisis es uno de los más modernos y precisos que existen para este tipo de mediciones, ya que consigue eliminar todo lo que puede contaminar la muestra. La cronología obtenida por este procedimiento es la que establece una edad de 49.000 años para las muestras de Sidrón.

El artículo de «Archaeometry» está firmado por todo el equipo de investigadores de la cueva asturiana y otros científicos especializados en este tipo de estudios. En él se recogen resultados de otras dataciones, aunque consideran que la anteriormente citada es la que ofrece mayor fiabilidad, si bien las restantes encajan con ésta al existir gran proximidad entre sus márgenes.

La nueva edad de los fósiles tiene una relevancia superior a lo que puede pensarse. Seis mil años más son muy poco en la historia de la evolución humana, pero son una cifra muy importante si se tiene en cuenta el momento del que hablamos, un período en el que la especie neandertal estaba al borde de la desaparición y el cromagnon a punto de conquistar su territorio. Los investigadores no dudan de la naturaleza neandertal de los fósiles asturianos, pero su tesis quedará más reforzada cuanto más se alejen de la aparición del homo sapiens.

Los neandertales se originaron en Europa a través de un largo proceso de evolución que duró al menos desde hace 500.000 años. Se extendieron por el continente y fueron replegándose hacia la península Ibérica, donde se cree que tuvieron su último reducto entre hace 30.000 y 40.000 años.

Al interés de la nueva cronología se suma un proyecto desarrollado por un laboratorio de Oxford que incluye la obtención de las dataciones de los yacimientos más importantes de Europa. Asturias estará presente en esa apuesta con las cuevas de Sidrón y La Viña (Oviedo). Se trata de un macroproyecto que incluirá yacimientos de la época del Musteriense, el momento de transición y el Paleolítico Superior, con el objetivo de datar la presencia humana en los yacimientos europeos de mayor relevancia. En el abrigo de La Vina no se han encontrado restos humanos, pero la datación de otros materiales permite calcular una edad superior a los 47.000 años. En sus paredes hay representaciones gráficas que el profesor Javier Fortea denominó el «primer horizonte artístico del Nalón», que consistían en largas y profundas incisiones verticales en la pared. Cronológicamente se inscriben en los inicios de la ocupación del Paleolítico Superior.

Oviedo / Tarragona, Efe

Los grupos neandertales que vivieron en el yacimiento del Abric Romaní (Tarragona) hace 55.000 años tenían una distribución del espacio que incluía un sitio para uso exclusivo como dormitorio y para descansar.

Así se desprende de las investigaciones llevadas a cabo por el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social, que ha demostrado que este espacio estaba situado en la zona más interna y protegida del abrigo. «Hasta ahora este tipo de habitación sólo se había documentado en lugares utilizados por la especie homo sapiens. Es un hecho poco contrastado en especies anteriores al hombre moderno y posiblemente el Abric Romaní sea uno de los pocos casos bien documentados atribuidos a los neandertales», afirmó el investigador Josep Vallverdú.

La zona de dormitorio y descanso es un lugar «con muy pocos restos arqueológicos, sólo con los de tipo carbonoso generados por el uso del fuego», y, por la distancia entre los hogares, se ha calculado que podrían caber entre seis y ocho individuos en un espacio total entre diez y quince metros.

En el área de dormitorio se han identificado cinco estructuras de combustión ubicadas en intervalos de un metro, así como una huella de madera que podría ser un elemento de una construcción, que se fosilizó al estar bajo una gotera del abrigo, explicó Vallverdú.

El yacimiento neandertal de Abric Romaní mantiene un grado de conservación similar al de la ciudad italiana de Pompeya, sepultada por el Vesubio en el siglo I, gracias a la rápida acumulación de sedimentos. En Abric Romaní hay 14 capas excavadas que han constatado la existencia de poblaciones neandertales durante más de 20.000 años, hace entre 40.000 y 70.000.

Un artículo publicado en «Science» recoge le teoría defendida por el codirector de Atapuerca, Eudald Carbonell, que realiza excavaciones en la zona desde hace veinte años, según la cual los neandertales organizaban su espacio en función de la distribución de sus hogueras.

También destaca «la creciente evidencia» de que estos grupos humanos en ocasiones eran caníbales, sin que de momento se pueda determinar si la finalidad de esa práctica era gastronómica o vinculada a algún tipo de creencia. A diferencia de lo que ocurre en la cueva de Sidrón, en Abric Romaní no se localizaron fósiles humanos, pero el hallazgo del lugar de habitación ha permitido conocer la ordenada organización del espacio y del uso del fuego para cocinar, iluminar, calentarse y protegerse de los depredadores. El hallazgo de los lares significa para Carbonell la evidencia del comportamiento complejo de la especie, que realizaría actividades similares al homo sapiens.