Pese a la tradición, no existe ninguna prueba de que el científico Galileo Galilei (1564-1642) dijera la famosa frase «eppur si muove» (sin embargo, se mueve) ante el tribunal de la Inquisición que le juzgaba por propugnar el heliocentrismo de Copérnico. Se dice que esa frase fue invención de un periodista italiano, Giuseppe Baretti (1719-1789). Lo único que se constata a la vista de la documentación del proceso inquisitorial de 1633 es que Galileo se retractó públicamente y que sus enemigos jugaron un papel esencial para lograr que el Papa Urbano VIII, que sentía al principio admiración hacia el científico, ordenase la intervención del tribunal.

Galileo ya había sido condenado en 1616 -aunque nunca acudió a declarar- por sostener el sistema heliocéntrico (la Tierra se mueve alrededor del Sol). La Congregación del Índice amonestó personalmente a Galileo y consideró prohibidos tres libros, uno de ellos el «Acerca de las revoluciones», de Copérnico. Pese a eso, Galileo redactó un libro («Diálogo en torno a los dos grandes sistemas del mundo, el ptolemaico y el copernicano») en el que, sin tomar partido, exponía argumentos desde cada punto de vista. Simplicio era el encargado de defender el sistema que la Iglesia consideraba válido y cerraba su última intervención con un argumento que el propio Galileo había escuchado al Papa Urbano VIII. En el proceso, hubo una referencia a la tortura que más bien se trataba de una formalidad, pero todos recomendaron a Galileo que se retractase si quería evitar consecuencias mayores. El científico lo acató tras haber defendido infructuosamente sus argumentos desde el punto de vista teológico, ya que siempre defendió su catolicismo. Fue condenado. Eso sí, años después escribió su «Discurso sobre dos nuevas ciencias», base de la mecánica que demostraría matemáticamente el modelo de Copérnico. Ése fue, acaso, su «eppur si muove».