La Sinfónica del Principado de Asturias se muestra ahora más que nunca como una formación estable, con una flexibilidad y disciplina orquestales que le permiten adecuarse a las diferentes batutas que pasan por su podio, las cuales ofrecen una visión individual en la interpretación de las obras, a la vez que entienden de forma diversa el proceso de dirección al frente de la agrupación de músicos. El último en subirse al podio de la OSPA fue el valenciano Alberto Forés, otro candidato posible a la nueva dirección de la orquesta asturiana. Si bien el trabajo del joven director se centra fuera de España, Forés se dispuso ante la Sinfónica del Principado con un análisis de la situación de la orquesta y de la realidad en la que se circunscribe. Reflexiones necesarias y que sirvieron para la elección de un programa con interés, pero en las que haría falta, sin embargo, profundizar. Una «empresa cultural» se inscribe en una realidad social, en un espacio y un tiempo, a la que debe no sólo representar, sino también imprimir el ritmo de su evolución, musical en este caso. Sólo en ese contexto podría llegar a entenderse el término de la «productividad», siempre antecedido por los valores de la calidad y el compromiso. A partir de ahí, la inversión privada podría apoyar los principios de un proyecto precedente.

En lo que se refiere al último concierto que la OSPA ofreció en Gijón, el pasado jueves, y al día siguiente en Oviedo, la orquesta respondió con el poso que ya la caracteriza a una dirección irregular en el gesto y bastante forzada. No obstante, pudo contemplarse un trabajo previo importante en torno a las composiciones del programa, sobre todo en la comprensión de los desarrollos del material que presentan las obras. Con el tiempo, a esta comprensión de los discursos musicales podrán añadirse, por parte de la dirección de Forés, nuevas lecturas que trasciendan la partitura. Por otro lado, el concierto de Strauss fue lo imprescindible de un programa que, con la sinfonía de Schumann, permitió escuchar a la orquesta asturiana en otras latitudes.

Para abrir la velada instrumental se escogió el poema sinfónico de Dvorak titulado «La bruja del mediodía», al que faltó sacar punta según el argumento dramático de la obra. Sin embargo, la OSPA solventó con creces la orquestación compleja que presenta el poema. Con el «Concierto para oboe y orquesta» de Strauss se presentó el esperado Emanuel Abbühl. El oboísta suizo puso la técnica al servicio de una interpretación magistral, en la que pudo contemplarse otra cara de un instrumento versátil en la orquesta, como así lo demostró en la conferencia previa al concierto el oboe principal de la OSPA, Juan A. Ferriol haciendo un recorrido por el repertorio.

A la sensibilidad musical de Abbühl, cuidadoso en el perfilado de las frases y en la proyección del sonido de su instrumento, se unió una OSPA preciosista en el acompañamiento, capaz de dibujar toda esa nueva coloración que, sobre una base clásica, resulta con las combinaciones de los instrumentos de la plantilla. En este caso, en la evolución de los recursos melódicos, tímbricos y de «tempi» que recoge la obra, hay que alabar la unidad y la coherencia logradas bajo la dirección de Forés.

A la primera sinfonía de Schumann le faltó vida, en cuanto a los detalles que pueden extraerse de una obra que se distingue por el encadenamiento de ideas, más allá de las tensiones iniciales de una página romántica como «La primavera». De este modo, el «Allegro» inicial se centró demasiado en lo incisivo del ritmo; más adecuado fue el lirismo del «Larguetto» concebido como en una gran curva, aunque sin demasiados resplandores en su desarrollo. Bien construido el «Scherzo», mientras que en el «Finale» se volvió al sentido más grandilocuente del primer movimiento, pero poco espléndido en lo más fino de una instrumentación en la que, por otra parte, la OSPA mantuvo el nivel en su interpretación desde todos sus atriles.

El calendario de la Sinfónica continuará la próxima semana en las mismas ciudades, a las que llegará de nuevo el director ovetense Pablo González, actual titular de la Sinfónica de Barcelona. El programa lo integrará otro Strauss, a través de su «Don Juan», y la «Sinfonía en re menor nº 12, Op. 112», de Shostakovich.