Gijón, Ángel CABRANES

Maestro de maestros, Manolo Sanlúcar tiene cuerda para rato. El guitarrista nacido en Sanlúcar (Cádiz) hace sesenta y seis años presenta mañana, a las 20.30 horas, en el teatro de la Laboral «La voz del color»; un concierto en el que rinde homenaje al fallecido pintor sevillano Baldomero Romero Ressendi y con el que obtuvo el premio «El Giraldillo» a la mejor música en la Bienal de Flamenco de Sevilla en 2008. Sanlúcar se define como «un autor que siempre ha perseguido la sustancia del arte» y descubre que en Gijón mostrará una obra «impregnada en autenticidad».

-¿Por qué decidió rendirle homenaje a Baldomero Romero Ressendi?

-Es un pintor que murió en 1976, muy especial, con una vida muy particular. No es muy conocido por el gran público, pero soy un apasionado de su obra. Por eso decidí fusionar mi música con su pintura.

-¿Cómo se hace eso?

-Tratando de hacer convivir las expresividades. Hay todo un lenguaje relacionado con ambas. La pintura puede ser tono, armonía... una serie de vocablos que también se utilizan en la música. El arte es uno, aunque tiene distintas maneras de expresarse. Es una sensación que percibe el ser humano y te puede llevar por un sitio u otro, pero una sola sensación.

-Está considerado uno de los revolucionarios del mundo de la guitarra. ¿Lo asume?

-Sí, pero no podemos olvidar que, en el flamenco, toda la esencia está en la tradición. Con este concierto he querido mandar un mensaje a los jóvenes, que parecen tener una especie de obsesión con la «vanguardia». Algunos piensan que por hacer un acorde extraño, la música va a ser buena. Los mayores nos han dejado una herencia fantástica. Son los creadores de los «palos» del flamenco. Es un mundo que hay que continuar observando porque se puede construir mucho desde esos parámetros. Cuando no se conocen las tripas de la música, no se puede conocer qué significa «vanguardia».

-¿Qué se encontrará mañana el público en la Laboral?

-Un concierto que tendrá la presencia de distintos cuadros de Baldomero Romero. En unos momentos hay temas de corte tradicional y hay otros temas muy extraños que tienen su sentido. Por ejemplo, hay uno que se titula «El majareta y el serio»; comienzo con una clásica taranta en la que interpreto la imagen del serio y termino con una bulería un poco extraña para explicar la visión del majareta.

-Estará acompañado de la voz de Carmen Molina y de la guitarra de David Carmona, a quien ha proclamado su «heredero».

-Pues sí. David Carmona comenzó a acudir a mis cursos internacionales en Córdoba y su familia me pidió que lo apoyara. Cuando lo tuve en mi ambiente más cercano, me di cuenta de que es uno de los jóvenes guitarristas mejor formados. Está llamado a ser una gran figura de la guitarra. Suelo tener siempre a alguien en mi casa, a quien adopto como un hijo. Ya ocurrió con otros grandes artistas como Vicente Amigo, Rafael Riqueni o Juan Carlos Romero, y ahora es su turno.

-Usted es un gran apasionado de otro arte, el de la tauromaquia. ¿Qué opina del debate para su prohibición?

-Soy aficionado al toreo artístico. Aceptaría una cláusula que dijera: «Se prohíbe torear como los gladiadores». Ésos, cuantos más pases hacen, más vulgaridad demuestran. Si tengo que aceptar la muerte de un animal, solamente la acepto por la sublimidad del arte, por nada más.