Oviedo / Madrid,

P. R. / Agencias

Asturias recibió el pasado otoño 102.720 dosis de la vacuna contra la gripe A que debía suministrarse a la población diana: enfermos crónicos, trabajadores socio-sanitarios y de servicios públicos esenciales. A este número debe añadirse el número de vacunas destinadas a las mujeres embarazadas, que llegaron un poco más tarde. Cada dosis costó 7,2 euros. La previsión de la Consejería de Salud, realizada en base a los pronósticos que por aquel entonces emanaban de la Organización Mundial de la Salud, era que se vacunarían unas 150.000 personas. Según datos de la Consejería, fueron unos 60.000 los ciudadanos que decidieron inmunizarse, el 97% de ellos enfermos crónicos.

Ayer, un día después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara el fin de la pandemia de la gripe A, tras catorce meses de alerta, José Martínez Olmos, secretario general del Ministerio de Sanidad, declaraba en RNE que España deberá destruir seis millones de dosis, con un valor de 42 millones de euros. En Asturias, el valor de las vacunas que sobraron es de 739.584 euros. El Ministerio de Sanidad adquirió en julio del pasado año, cuando todavía se temían los posibles efectos del virus H1N1, trece millones de vacunas por las que se pagaron 98 millones de euros. Cuatro millones se guardaron como reserva estratégica y posteriormente se donaron a la Organización Panamericana de la Salud (OPS), y los nueve millones restantes se distribuyeron entre las comunidades autónomas. En España sólo se vacunaron tres millones de personas.

Estaba previsto adquirir 37 millones de dosis pero Sanidad recortó. «Se actuó bien en cuanto a previsiones», señaló Martínez Olmos. El representante sanitario lamenta lo ocurrido con la vacuna. «Fue una pena, la inmunización fue tan segura como la de todos los años».

La gripe A afectó en Asturias a unos 44.000 ciudadanos, una cifra menor con respecto a las previsiones iniciales que pronosticaban que la pandemia podía impactar a un número de personas que oscilaba entre 162.021 y 378.048 personas. Fallecieron cinco personas.

La OMS declaró el fin de la pandemia pero aconseja mantener la vigilancia. El Principado así lo hace, a través de la red de médicos centinela. Según Amelia González, directora general de Salud Pública, en las últimas semanas no se está encontrando el virus H1N1, causa de la gripe A, y sí se está aislando, en cambio, el de tipo B. El H1N1 formará parte del grupo de virus del próximo invierno y se incluirá en la vacuna antigripal que se suministrará en otoñ, en una sola dosis.

Amelia González insiste en la necesidad de continuar tomando medidas preventivas, entre ellas la vacunación de los denominados grupos de riesgo y la higiene.

El científico Juan José Badiola, con amplia experiencia en gripe aviar, calificó ayer de «positiva» la gestión de la gripe A por parte de los responsables sanitarios. En declaraciones a la agencia Efe, Badiola defiende a la OMS que tuvo que ponerse «en el peor de los escenarios» porque el virus era de origen animal, como los más virulentos del siglo XX, tales como los que originaron la gripe española y la asiática. En todo caso, su reproche a la OMS tiene que ver con el modo de comunicar la existencia de una pandemia. «Creo que se confundió o no se dejó suficientemente claro que calificar la gripe A como pandemia no implicaba gravedad. Ahí estuvo el problema».

Y añade: «Una cosa es la capacidad de propagación, que ha sido muy elevada, y otra cosa es la gravedad que, afortunadamente, ha sido muy baja. ¿Qué hubiera pasado si en vez de comportarse así el virus, éste hubiera sido más virulento y no se hubieran tomado las medidas adecuadas?». En lo que respecta a la vacuna, Badiola considera un error el mensaje que dieron «algunos componentes del sector médico» respecto a que esta podía ser insegura porque, en su opiniòn, la mejor manera de prevenir una enfermedad infecciosa es vacunándose. El patólogo asegura que, en la compra de dosis, España fue más prudente que otros países.

La OMS recibió el pasado año el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional. Un jurado presidido por el jurista Antonio Garrigues Walker valoró su «función de liderazgo» en los «asuntos sanitarios cruciales, en un contexto mundial en transformación». Entre sus logros se citaba la erradicación de la viruela, la reducción de los casos de poliomelitis hasta en un 99%; la prevención y control de enfermedades infecciosas y la reducción de la mortalidad infantil.