La capacidad de asombro de quien visita Liérganes tiene que ser muy amplia para dar cabida a las continuas expresiones de admiración que surgen durante un paseo por esta localidad cántabra. Una y otra casona -algunas blasonadas- jalonan el recorrido por este pueblo pasiego declarado de interés histórico turístico en 1978. Sus calles son un archivo de historias. En cada rincón hay una leyenda; en cada recodo, una crónica, y en cada casa, las memorias de familias, nobles o plebeyas, que forjaron el devenir de un pueblo que presume y cuida con esmero su patrimonio arquitectónico y todo aquello que lo rodea.

A Liérganes se va a contemplar el pasado y a disfrutar del presente, dos tiempos que caminan de la mano en esta hermosa localidad. Y ello queda de manifiesto, no sólo en su arquitectura, en muy buen estado de conservación, sino también en el sobrio y regio balneario de aguas minero-medicinales que tuvo su época de esplendor en los siglos XIX y XX, aunque existen referencias de su actividad a finales del siglo XVII.

Y un pueblo que derrocha encanto es casi obligado que cuente con alojamientos igualmente con encanto. En Liérganes, esta máxima se cumple a rajatabla ya que de su oferta hotelera cabe destacar el hotel Villa Esperanza y, sobre todo, la Casona El Arral, con habitaciones luminosas, alegres y acogedoras que combinan a la perfección el confort de hoy con el atractivo de ayer, un ayer que el pueblo cántabro también mantiene en sus productos de confitería. Si la quesada es uno de los dulces más representativos de la comunidad autónoma, en los valles pasiegos el más típico es el sobao. Pero de Liérganes también proceden otras delicias pasteleras, como los sacristanes (de hojaldre) y los corazones (pasta con sabor a canela). En la confitería María Luisa, fundada en 1979 y con puntos de venta, además de en Liérganes, en Sarón y Somo, los golosos encontrarán una amplia gama de caprichos bien azucarados. Lo difícil será elegir cuál llevarse a casa porque, además de los citados, hay bizcochos, almendradas, galletas, rosquillas... Y todo delicioso.