Oviedo, Agencias / E. F.-P.

Una profesora de la Universidad británica de Montfort, Joan Taylor, ha diseñado un páncreas artificial, un dispositivo que detecta los niveles de azúcar en sangre y genera insulina cuando el organismo la necesita. Se trata, según publica el periódico «The Times», de un mecanismo con una carcasa metálica que se implantaría entre la última costilla y la cadera y que se rellenaría periódicamente de insulina. Con él acabaría la esclavitud de los diabéticos de las inyecciones diarias que necesitan para controlar sus niveles de glucosa.

La medicina y la biología son capaces de ir más allá. Esta semana se daba a conocer la noticia de que un equipo de investigadores de la Universidad de Brown y el Women and Infants Hospital of Rhode Island, en Estados Unidos, han logrado recrear in vitro un ovario artificial, con el que se pretende suplir la función ovárica en mujeres que, por ejemplo, han sido sometidas a un tratamiento de quimioterapia o radioterapia. De ese modo los científicos han logrado madurar ovocitos en el laboratorio que luego serían fecundados e implantados, ya como embriones, en el útero de la madre. El objetivo es poder llegar a suplir la función ovárica en mujeres que, por ejemplo, tras un tratamiento de quimioterapia o radioterapia, la hubieran perdido.

La ingeniería genética posibilita, al menos teóricamente, la creación de un órgano a partir de las células madre del paciente que lo va a recibir. Investigadores del Instituto Wake Forest de Medicina Regenerativa, en Estados Unidos, implantaron en 2006 siete vejigas artificiales; el Hospital Gregorio Marañón, la Universidad de Minnesota y la Organización Nacional de Trasplantes desarrollan un proyecto conjunto para crear corazones artificiales; el Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia intenta crear un testículo biológico artificial capaz de producir esperma.

Hoy en día hablar de órganos artificiales, generados a partir de células madre, resulta temerario. Al menos eso es lo que opina Carlos López Larrea, profesor de Inmunología de la Universidad de Oviedo y médico del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). «Es posible reproducir órganos cuando no son muy complejos: se deja la matriz, se infunden células madre y se regeneran; pero hay órganos complejísimos, como el riñón, en los que no es posible hacer eso», explica.

El órgano creado por los investigadores de Rhode Island no es, según su opinión, «un ovario artificial, lo mismo que se consigue con él en el laboratorio se puede hacer utilizando medios hormonales». López Larrea recomienda observar este caso con «cautela» ya que, señala, la revista que se hace eco de ese hallazgo, «Journal of Assisted Reproduction and Genetics», tiene un impacto científico muy bajo.

«Hoy por hoy crear órganos en laboratorio utilizando células madre es algo muy lejano», comenta. Más avanzada está la ingeniería tisular, que, explica, permite desarrollar tejidos totalmente compatibles con los del receptor.

«Hay mucha gente trabajando en este campo, en la generación de tejidos y órganos, pero todo es experimental. Pasará mucho tiempo antes de que en los hospitales se implanten órganos artificiales a los pacientes», afirma el médico asturiano.