Oviedo, Pablo GALLEGO

El concierto que clausuró ayer la XIX Semana de Música organizada por la Fundación «Príncipe de Asturias» y Cajastur fue de reencuentros y estrenos. Entre los primeros, el regreso de Maximiano Valdés al frente de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) sólo cuatro meses después de su despedida como director titular de la sinfónica asturiana. También la vuelta al programa del «concierto de Premios» de la música sacra, con la «Misa Nelson» de Haydn, tras el paréntesis que supuso, el año pasado, «La vida breve» de Falla. El programa, que comenzó con la obertura de «Los maestros cantores de Nüremberg», terminó con poco más de cinco minutos de aplausos. Los justos para que, tras el Himno de Asturias, los Príncipes, las autoridades y los invitados a la cena posterior llegasen a tiempo al banquete. En el XXX Aniversario de los galardones, los «Príncipe» valen una misa, según diría Enrique IV de Navarra.

Entre las novedades, la inclusión de una obra de Wagner -uno de los compositores a los que Valdés dedica más tiempo- y la primera presencia en el palco del auditorio Príncipe Felipe de Teresa Sanjurjo como directora de la Fundación. Junto a ella, el presidente de la entidad, Matías Rodríguez Inciarte, y las primeras autoridades políticas -y económicas- del Principado, para arropar a los Príncipes de Asturias en su primer baño de multitudes previo a la ceremonia de hoy.

La «Misa Nelson» de Haydn es considerada una obra «de equilibrio», que reparte la responsabilidad entre la orquesta y los cantantes. En ese marco, el Coro de la Fundación, con un sonido brillante, sirvió de nexo de todos los elementos para, un año más, llevarse la ovación de la noche tras el saludo de su maestro, José Esteban García Miranda. Entre los solistas, la soprano Elena de la Merced tiró del cuarteto en el «Kyrie», «Gloria», «Credo» y «Benedictus».

En el patio de butacas, los asistentes se encontraron con algunos de los premiados en la edición de este año. Entre ellos, la presidenta de Manos Unidas, Myriam García, Zygmunt Bauman y el equipo arqueológico de los guerreros de Xi'an. Tras el concierto, el «cazaautógrafos» Alejandro Mayo se llevó el premio que llevaba esperando «desde hace 23 años»: una fotografía con don Felipe.