Oviedo / Barcelona, P. R. / Agencias

El artista plástico y pensador estético barcelonés Antoni Tàpies falleció ayer en Barcelona a los 88 años, según comunicó la familia del pintor al Ayuntamiento de la ciudad. Tàpies, que fue premio «Príncipe de Asturias» de las Artes en 1990, hacía tiempo que se encontraba en un delicado estado de salud. Nacido el 13 de diciembre de 1923 en el seno de una familia de clase media y tradición liberal, el pintor, escultor y teórico del arte español fue uno de los principales exponentes del informalismo a nivel mundial y uno de los artistas más destacados del siglo XX español.

Tàpies, último gran maestro de la vanguardia del siglo XX, deja una obra con un estilo propio, matérico por el uso de elementos de desecho, pero también de gran espiritualidad, fruto de su interés por las religiones orientales, sobre todo, el budismo zen.

Artista autodidacta, Tàpies solía decir que la Guerra Civil le había marcado «profundamente». Una intoxicación sufrida a los 19 años que le paralizó el cuerpo lo tuvo en cama dos años, y en ese tiempo de lectura y meditación surgió el pintor. «Tuve mucho tiempo para pensar, y como no era una enfermedad dolorosa me permitió recrearme en los pensamientos y en el arte», declaraba en una entrevista.

La creciente afición al dibujo y a la pintura lo llevaron a abandonar sus estudios universitarios para dedicarse en cuerpo y alma a cultivar su carrera artística. Sus primeros pasos se centraron en la realización de collages construidos con pedazos de periódico, papel de estaño y cuerdas, así como pinturas terrosas con raspaduras y grafitis. En 1948, año en el que conoció a Joan Miró, uno de los pintores que más admiraba, entró a formar parte del grupo de artistas y escritores fundadores del movimiento de Dau al Set.

En 1950 consiguió una beca para estudiar en París, ciudad en la que celebró su primera exposición cinco años más tarde y en la que recibió la influencia de Paul Klee y Max Ernst. En la capital francesa conoció a Picasso, a quien años más tarde dedicaría una de sus obras públicas más famosas, «Homenaje a Picasso» (1981), en Barcelona. En París también conoció las ideas revolucionarias de izquierdas y la pintura abstracta.

En 1973, el Museo de Arte Moderno de la citada ciudad organizó una exposición con 82 de sus obras, que más tarde sería exhibida por varios países europeos. Barcelona le organizó una gran muestra de homenaje en 1988, titulada «Tàpies, los años ochenta».

Las cruces y equis son características de su obra, así como las T mayúsculas por su apellido y el 4, por los cuatro elementos y puntos cardinales. El cuerpo humano y los objetos cotidianos son otros protagonistas: el primero a veces le sirvió para reivindicar lo repulsivo, como un ano defecando y una axila con pelos reales en «Materia en forma de axila» (1968); los segundos, para revalorizar lo material de la realidad más próxima, como en «Materia en forma de sombrero» (1968) y «Mesa y sillas» (1968).

En 1990 creó su fundación en la antigua sede de la editorial Montaner i Simon, obra del arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner. En el edificio, coronado por la escultura de Tàpies «Núbe y silla», se muestra no sólo su obra, sino también de otros artistas contemporáneos. En esa misma década aceptó encargos institucionales: entre ellas «Las cuatro crónicas», en la sala Tarradellas de la Generalitat; la decoración mural de los pabellones de Cataluña y del CIO para la Expo de Sevilla, y una capilla laica para la Universitat Pompeu Fabra (UPF).

Cuando en alguna ocasión le preguntaron si se consideraba catalán o catalanista, respondió: «Depende de los momentos. En época de la dictadura me gustaba mucho utilizar el término "catalanista". Era como insistir en la idea de defender Cataluña, porque resultaba evidente que entonces había que defenderla de muchas agresiones. Ahora ya tenemos la autonomía y estamos incluso mejor que en tiempos de la República».

Recibió casi medio centenar de galardones, entre ellos, el «Velázquez» de Artes Plásticas del Ministerio de Cultura (2003) y el «Praemium Imperiale» de la Asociación Artística de Japón. En 2010 el Rey le concedió el título de marqués de Tàpies.