Gijón, J. L. ARGÜELLES

Diez años de minuciosa investigación sobre el terreno hacen de Javier Fernández-Catuxo y de su libro «Supra Terram Granaria», donde estudia a fondo los graneros en los límites del Principado y Galicia, la gran referencia sobre el tema. El autor fechó ayer las primeras edificaciones de hórreos de tipología astur en Lugo en años de finales del siglo XVII o del XVIII, mientras que la penetración del cabazo en Asturias hay que datarla, a su juicio, en una fecha muy posterior, en el siglo XIX, aunque hay algún ejemplar de la centuria anterior.

«Es mi hipótesis, pero al menos estadísticamente es así», aseguró en la presentación de su libro, que acaba de publicar el Muséu del Pueblu d'Asturies en la colección «Serie mayor», con prólogo de Armando Graña y del actual director de Patrimonio del Principado, Juaco López. Ambos publicaron en 1983 el trabajo pionero «Hórreos y paneras en el concejo de Allande: Evolución y motivos decorativos».

Fernández-Catuxo, que se siente medio tapiego y medio pixoto, subrayó que el hórreo asturiano tiene presencia incluso en los Ancares, tras denunciar que, «pese a estar en boca de todos», son ejemplos de una arquitectura popular «muy poco estudiada». Su libro, que le ha ocupado dos lustros de trabajos y fatigas, da prueba de ello: «Es el resultado de una carrera de obstáculos sin apoyo alguno».

«Supra Terram Granaria» es un doble estudio, regional y temático, en el que se pone bajo el foco de la investigación un espacio (el noroccidente asturiano y la zona oriental de Lugo) en el que coexisten dos tipos de graneros tradicionales en ambos territorios: el asturiano, que se usa también como almacén, y el gallego, hecho para el secado del maíz. «Hay hibridaciones que hacen de este espacio el más interesante del norte de España», hizo resaltar el investigador, que cifró en más de cuatro mil el número de estas construcciones que aún siguen en pie. «Unas doscientas pudieron desaparecer ya al tiempo que hacía este trabajo», denunció Fernández-Catuxo, para quien el estado de conservación de estos hórreos y cabazos es similar al que tienen (los hórreos) en el resto de Asturias.

«Ha sido un trabajo muy laborioso», confesó el estudioso, geólogo de profesión, a quien el director del Muséu del Pueblu d'Asturies, Juan Alfonso Fernández García, puso como ejemplo del tipo de investigador en el Principado, donde no hay cátedra de Antropología: «Gracias a personas así es como crece la etnografía asturiana; este libro es un fruto muy meritorio, con una metodología racional y una claridad que echamos de menos otras veces».