Avilés / Gijón, S. FERNÁNDEZ / J. MORÁN

Tres eclesiásticos asturianos de la «quinta» de Benedicto XVI reaccionan para LA NUEVA ESPAÑA ante la noticia de la renuncia del Papa Ratzinger. Gabino Díaz Merchán, arzobispo emérito de Oviedo y, por tanto, ya jubilado, tiene 88 años, uno más que el obispo de Roma. Le siguen dos sacerdotes en activo: Ángel Llano, párroco en Avilés, de la misma edad que el Papa, y, con dos años menos que éste, Nicanor López Brugos, párroco en Mieres. Los tres coinciden en ver un hecho positivo en el paso dado por Benedicto XVI.

Díaz Merchán (Mora de Toledo, 1926), arzobispo desde 1969 a 2002, piensa que «la edad no perdona, aunque se trate de personas tan bien dotadas como Joseph Ratzinger» y añade cómo «me sorprendió la noticia, porque creo que nadie lo esperaba, fuera de su círculo más íntimo». La primera impresión de Merchán «fue de sorpresa», pero luego «vi que es de agradecer su decisión, y él es un hombre claro y muy honesto, en el sentido de ser coherente con lo que piensa, y ha dado este paso, que me imagino no habrá sido fácil». Díaz Merchán opina que «hace un bien a la Iglesia porque elimina un tabú: la idea de que los papas tienen que morir papas, pero si siente que no puede servir como debe a la Iglesia, él es quien en definitiva tiene que juzgarlo y decirlo, en uso de razón».

En cuanto a las renuncias en la Iglesia, Díaz Merchán, el único obispo español vivo que fue padre conciliar, evoca que «el Vaticano II pidió que se fijara una edad de jubilación para los obispos y se aprobó por mayoría». Años después, «cuando me jubilé, algunos me decían que no, que yo estaba bien todavía, a lo que repuse que debía obedecer una norma que, aunque no obliga, pide a los obispos que a los 75 años presenten la renuncia al Papa y una cosa que pedí siendo padre conciliar no iba a rechazarla cuando a mí me tocaba». Ahora, bien, «comprendo que esto, aplicado al Papa, es una cosa difícil, porque, claro, obispos somos muchos y se les releva fácilmente, pero un Papa es más complicado, porque su misión es para toda la Iglesia católica». Además, «el Papa no debe tener ninguna imposición de nadie, ni siquiera del antecesor, pero creo que es un buen ejemplo que el mismo Pontífice decida dejarlo, porque ve que no puede atender su misión».

En cuanto a la frase del Papa de que percibía disminución «del vigor del cuerpo y del espíritu», el arzobispo emérito de Oviedo entiende que «la debilidad física se ve más fácilmente y se puede medir, y respecto a la del espíritu, algunos pueden hacer la interpretación abusiva de que el Papa ha perdido vigor en su fe o en su vida religiosa, pero vemos que ha mantenido su vigor espiritual e intelectual, gracias a Dios».

Respecto a los problemas que ha tenido que afrontar el Papa, Merchán, que tuvo también dificultades durante su ministerio episcopal en Asturias, reconoce que «sí y no es difícil gobernar en la Iglesia». Primero, porque «hay que quitar de nuestra mente la misión gubernativa política o social, ya que la naturaleza de la Iglesia es una comunión en la que existen pecados y pecadores, de modo que hay dificultades y las tienen los propios cristianos, y los religiosos y los sacerdotes y los obispos y el Papa».

Sin embargo, ello «es signo también de vida, de una fermentación, porque la Iglesia fermenta, porque no es una pieza de museo, sino algo vivo; donde estamos los hombres hay limitaciones y pecados, pero también muchas luces y frutos del espíritu». Díaz Merchán concluye que Benedicto XVI «realmente es un Papa muy positivo, muy sereno y un teólogo luminoso que siempre he leído con mucho fruto».

Ángel Fernández Llano (Anayo, Infiesto, 1927), copárroco de Santo Tomás de Cantorbery, en Avilés, sostiene que «los cargos de la Iglesia son de servicio a la comunidad, si uno no puede continuar este servicio, lo mejor que puede hacer es dar un paso atrás. Lo que no podemos hacer es estorbar», confesó el veterano sacerdote, con 25 años al frente de una de las iglesias más importantes de la villa del Adelantado.

«Ahora soy copárroco; José Antonio González Montoto y yo dirigimos esta iglesia y él es el párroco moderador, es decir, entre los dos, el que tiene la última palabra. Es el más joven de los dos y eso es lo que acordamos cuando don Carlos Osoro, el anterior arzobispo, reorganizó el servicio», continúa Fernández Llano. El cura de Sabugo conoció la noticia de la renuncia de Benedicto XVI «muy pronto, un compañero me había avisado». Fernández Llano asegura que el anuncio en sí «fue sorpresivo, aunque entraba dentro de las posibilidades reales». El copárroco de Santo Tomás de Cantorbery explica: «La verdad es que no estamos acostumbrados a las dimisiones, la última fue la de Celestino V, pero la visión del servicio a la comunidad de Benedicto XVI hacía plausible esta dimisión. Si no tiene fuerzas, ¿por qué no dimitir?», se preguntó el veterano sacerdote.

«La enfermedad impide que se desarrollen los planes de futuro, y, ya digo, el Santo Padre tiene una idea muy clara de lo que es el servicio y el amor a la iglesia», sentenció Fernández Llano, un sacerdote que conoció a Pío XII en Castel Gandolfo, la residencia estival de los papas. «Benedicto XVI se dedicará a la oración, a la escritura..., pero no habrá dos papas; si alguno de sus escritos sale del convento de clausura en el que se internará será tenido en cuenta, pero más como teólogo que como Papa», concluye.

Nicanor López Brugos (Orzonaga, León, 1929), veterano párroco de San Juan Bautista de Mieres, comenta que «a estas alturas, estas cosas no me impresionan, pero estoy encantando de que lo hiciera porque cuando uno no puede, o no tiene fuerzas para seguir adelante, lo mejor es retirase». El sacerdote agrega que «no me impresionó ni tampoco profundicé más, porque me parece que es una cosa que debería ser normal, aunque no lo era».

A su juicio, Benedicto XVI «actúa correctamente: no hay por qué alargar indefinidamente algo y llegar a una situación tan extrema como la de su antecesor; así debiera ser en adelante». Brugos reflexiona no obstante sobre el dato de que «los obispos tienen que poner su cargo a disposición del Papa a los 75 años, pero otra cosa son los curas, que andamos por el mundo mientras podamos, porque la Iglesia no está sobrada de sacerdotes».

López Brugos reconoce en Benedicto XVI «a un gran teólogo, aunque yo no sea un gran admirador suyo, sino que seguiré siéndolo mientras viva de Juan XXIII, un hombre que se dejó llevar por el Espíritu Santo y ahí está el Concilio Vaticano II; quizá un Papa más intelectual no lo hubiera hecho, porque empezaría a ver los pros y los contras y las dificultades; pero, en vez de quedar en los cuarteles de invierno, hay que abrir caminos, y para eso se necesita mucha libertad de espíritu». El párroco de Mieres piensa seguir en su puesto «mientras pueda hacer vida ordinaria y no me sobrepasen los acontecimientos; la Providencia ya se encargará de quitarnos cuando estorbemos».

Más información en las páginas 4 y 5 del suplemento «Siglo XXI»

«Los cargos de la Iglesia son de servicio a la comunidad, y si uno no puede continuar en ese servicio lo mejor es dar un paso atrás»

<Ángel Fernández Llano >

Párroco de Santo Tomás de Avilés

«Hace un bien a la Iglesia porque elimina un tabú: la idea de que los papas tienen que morir papas, pero él es quien lo ha juzgado»

<Gabino Díaz Merchán >

Arzobispo emérito de Oviedo

«A estas alturas, estas cosas no me impresionan; estoy encantado de que lo hiciera porque debería ser normal y no lo era»

<Nicanor López Brugos >

Párroco de San Juan de Mieres