Hará unos dos mil cuatrocientos años, ejecutaron a un hombre en Atenas por hacer demasiadas preguntas». Lo que puede parecer el comienzo de una de esas novelas de intriga con ambientación histórica, todo un pilar del negocio editorial, es en realidad la primera entrada de «Una pequeña historia de la filosofía» (Galaxia Gutenberg), en la que Nigel Warburton despliega de nuevo la destreza expositiva que lo ha convertido en destacado divulgador de una forma elaborada e incómoda del pensamiento humano. En cuarenta capítulos, Warburton recorre los nombres cruciales de la filosofía con un afán de hacerse entender que no elude la condición problemática y nada complaciente de la disciplina. Lo mismo hace, desde una perspectiva analítica más compleja, Roger Scruton, en su «Breve historia de la filosofía moderna» (RBA). Dos libros que, ante el empeño de alejar de la escuela a la filosofía, se convierten en formas de resistencia, en una manera de recrear el riesgo que llevó a Sócrates, el hombre que hacía demasiadas preguntas, a la muerte.