Madrid, Módem Press

«No me pregunten si pinto todavía». Fue una de las peticiones que Luis Feito, de 83 años, hizo a quienes siguieron de cerca la entrega de la Real Orden de Isabel la Católica que le fue impuesta ayer, en Madrid.

El acto de ingreso como miembro de número en la Encomienda de la Real Orden de Isabel la Católica se desarrolló en el salón de Embajadores del madrileño palacio de Viana, sede central del Ministerio de Asuntos Exteriores,

Feito, cofundador del grupo «El Paso» y uno de los grandes renovadores de la pintura española contemporánea, nació en Madrid, en 1929, pero sus orígenes son asturianos, concretamente, de Valdés. En ausencia del ministro de Exteriores, que se encontraba en Moncloa en el Consejo de Ministros, fue el subsecretario, Rafael Mendívil, quien le impuso la medalla. El Ministerio respondió con la concesión de la condecoración a la petición del Ayuntamiento de Rascafría (Madrid), donde el artista pasó su infancia y su primera juventud, y donde existe un pequeño museo creado con fondos pictóricos donados por el propio Feito.

El pintor inició su discurso de agradecimiento anunciando que «no voy a soltar un rollo sobre la historia del arte. Me honra recibir este galardón. Gracias, especialmente, a la persona sin la cual buena parte de mi obra no habría salido adelante. Me ha dado el empujón necesario cuando no podía seguir adelante, el que me ha impedido caer y que siempre ha estado a mi lado, mi secretario, Antonio Cátedra. Gracias a todos por hacer tanto por mí. Sin vuestra ayuda no habría podido salir adelante».

El artista astur-madrileño continuó de forma emocionada: «Dedicando este galardón a los amigos que ya no están y que tanto me ayudaron. El último, mi hermano. Los invito a que hagan un momento de reflexión. Siempre estarán ahí».

Superado el instante de emoción, antes del cóctel con el que se celebró el ingreso, Luis Feito bromeó con el público presente pidiendo «un último favor: no me pregunten si pinto todavía, por favor».

La Orden de Isabel la Católica tiene por objeto premiar comportamientos extraordinarios de carácter civil, realizados por personas españolas y extranjeras, que redunden en beneficio de la nación o que contribuyan de modo relevante a favorecer las relaciones de amistad y cooperación de España con el resto de la comunidad internacional.