Madrid,

Asunción VALDÉS

Los libros curan y para demostrarlo el fisioterapeuta Carlos López Cubas ha escrito "Cuentos analgésicos" (Zérapi). Pero no sólo los libros pueden tener una función sanadora, también los reportajes o entrevistas que nos descubren historias maravillosas de la vida real.

Por eso, la Sociedad Española del Dolor premia los trabajos periodísticos que contribuyan a difundir la influencia paliativa de la educación en dolores y molestias.

Con la lectura de los relatos del libro citado, empezó el pasado viernes, en el Colegio Oficial de Médicos de Madrid, la entrega del galardón en la categoría de medios de difusión. En 2014, ha recaído en Cristina Hermoso de Mendoza, directora y presentadora del programa de Radio 5 "La estación azul de los niños", "por la difusión de los conceptos de dolor e implicación en la educación infantil". El programa cultural y familiar que está dirigido a los mayores de 3 años se caracteriza por buscar tanto el entretenimiento como el aprendizaje.

El espacio literario que se emite los sábados a las cinco y media de la tarde realizó el pasado marzo un reportaje titulado "Los niños y el guisante", en el que se describía la visita a la unidad de dolor infantil del Hospital de La Paz. El trabajo dirigido por la joven periodista de Radio Nacional de España se inspiraba en el cuento de Hans Christian Andersen "La princesa y el guisante", escrito en el siglo XIX; el relato que cuenta las peripecias de una reina para buscar esposa al príncipe heredero: la muchacha que sintió molestias en su espalda por un guisante bajo colchones y edredones fue la elegida por su sensibilidad.

Función analgésica

El profesor López Cubas, de la Escuela Universitaria de Fisioterapia de Valencia, explica en su blog que "conocer los mecanismos del dolor ha demostrado ser de gran ayuda para nuestros pacientes con dolencias crónicas, permitiendo a sus instruidos cerebros elaborar unas percepciones de dolor más coherentes".

El especialista del tratamiento paliativo desde un enfoque biopsicosocial reconoce esa función "analgésica" de la educación. Por eso usa el cuento "como ameno vehículo del símbolo"; una forma de que los niños, "seres hambrientos de estímulos, novedades y aprendizajes y con una insaciable imaginación" -añade-, asimilen el mensaje hacia su trasfondo cognitivo.