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Macario Fernández Fernández, tras la barra de su establecimiento, junto a una de sus pinturas, en la que se ve la playa de Portizuelo.ANA PAZ PAREDES

Un camino entre pucheros

La fabada también es para el verano

La casa de comidas Tía María, en Barcia (Valdés), ofrece cocina tradicional en - un local singular donde se rinde homenaje a su fundadora y a la Asturias rural

Al poco de entrar en la casa de comidas Tía María ya se siente su calidez. Y no sólo es porque desde bien temprano recorre el lugar un tentador aroma a fabada hecha con reposo y con sabiduría, sino también porque dan calor y cobijo sus paredes de piedra, la madera de sus techos, las panoyas de maíz que reposan a contraluz junto a una ventana o las viejas radios que recuerdan interminables radionovelas o el consultorio de Elena Francis. En Barcia, concejo de Valdés, a la orilla de la carretera, tiene este local una historia que se mantiene viva gracias a la memoria de su actual propietario, Macario Fernández Fernández, sobrino nieto de la fundadora de este establecimiento, que se encuentra al frente del mismo desde año 2005.

"Esto fue en su tiempo una casa de postas del siglo XVIII. En la parte de arriba estaba la escuela y donde actualmente está el comedor era donde paraban las diligencias y luego el autobús de línea. Sobre 1926 la compró la tía María, hermana de mi abuelo. Se casó y destinaron el lugar a tienda-bar. Quedó viuda muy pronto y no tuvo hijos. Sacó sola el negocio adelante. Era una mujer muy trabajadora y muy querida, contaba también con sus sobrinas y sobrinos. Junto a ella se quedó mi hermano Cristino, que heredó el negocio, y tras fallecer éste siguió en manos de la familia", recuerda Macario, hombre viajero por excelencia, que pasó buena parte de su juventud por América y quien, después de unos años de tener una taberna en Lavapiés, en Madrid, volvió a su raíces y asumió en 2005 la continuidad de esta casa de comidas.

En las paredes del local se impone el retrato de la tía María hecho por este hostelero, que es además un excelente pintor autodidacta, gran enamorado de Valdés, algo que refleja en varios de los cuadros que decoran el local y que asoman al comensal a paisajes de gran belleza, entre los que está la villa de Luarca.

En esta casa de comidas no hay carta, sólo hay menú. Y qué menú. De lunes a domingos, por diez euros y dependiendo de la temporada, se sirven, entre otros platos, pote asturiano, de guisantes o de repollo, arroz marinero, verduras ecológicas salteadas, sopa de pescado o de cocido, jabalí guisado, escalopines de pollo o de ternera al cabrales, sartenes variadas, carrilleras, callos, hígado encebollado o incluso conejo guisado con patatinas, que aquí tiene mucho éxito.

Eso sí, el que cuenta con más seguidores, sobre todo llegado el verano, como matiza el propio Macario, es la fabada asturiana. "Los turistas lo demandan y aquí en verano se sirven muchísimas", recuerda. El menú especial de fabada, con todo su compango, postre, pan y bebida es a 12 euros. Finalmente, tiene otro menú a 15 euros en el que los primeros son los mismos que en el de 10 euros, mientras que son los segundos platos y los postres los que varían: filete a caballo (con dos huevos fritos encima), cachopo de ternera, cebollas rellenas, merluza o bacalao entre los pescados son algunos de ellos. En postres, los que más gustan son el puding de pasas y el arroz con leche.

Cierra los lunes por descanso, excepto en julio y agosto, que abre todos los días. Eso sí, sólo da comidas. No da cenas. Tiene un buen aparcamiento. Más información en el 985740345.

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