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Una de las tiendas del campamento.G. G.

La solidaridad viaja en vacaciones

El matrimonio asturiano formado por Guillermo González y Covadonga Carreño decidió pasar su descanso estival con refugiados en el campamento griego de Nea Kavala

Oviedo, J. M. REQUENA

"Todos tenemos la obligación de hacer algo para solucionarlo. Se están viviendo situaciones terribles a unas pocas horas de vuelo de aquí". El asturiano Guillermo González lo tuvo claro y, acompañado de su mujer, Covadonga Carreño, sacrificaron sus vacaciones para viajar a los campos de refugiados de Grecia con el fin de ayudar en lo que estuviera en sus manos.

"Nos cuestionamos mucho antes de ir si era necesaria nuestra presencia, porque el coste entre desplazamientos, alojamiento y demás es importante. Nadie te cubre ningún gasto", explica González. "Preguntamos si merecía la pena ir a echar una mano o si era mejor enviar el dinero que nos iba a costar para que lo destinaran allí. Nos dijeron que eran importantes ambas cosas. Hace falta dinero, recursos y gente trabajando". Así que hicieron las maletas y se fueron.

"Contactamos con varias ONG y la que mejor cuadraba con nuestra idea primigenia era A Drop in the Ocean, una organización noruega. Ellos lo que hacen fundamentalmente es distribución de ropa, comida, juguetes? y juegos con los niños", explica Covadonga Carreño.

En un primer momento, la idea de los asturianos era ir al campo de Idomeni, pero cuando organizaron el viaje ese campo ya había sido cerrado, así que se desplazaron directamente al de Nea Kavala, en la zona de Salónica, un antiguo aeródromo en desuso que se convirtió en una amalgama de tiendas de campaña de más de un kilómetro de extensión en el que se hacinan 4.000 personas.

"La situación es terrible, hay toda la miseria que te puedas imaginar y más. Los niños descalzos, porque el calzado que se distribuía se cambiaba por comida, mucha suciedad, mucha desesperanza, miradas perdidas. Niños que iban a ninguna parte, andaban sin rumbo. Madres que habían perdido hijos, hijos sin padres que habían muerto o estaban en otros países...", rememora Carreño. Su marido coincide con ella: "Al final, pensando, más allá de temas de comida o sanitarios, me llamó la atención la desesperanza tan grande que había. La gente llevaba 4 meses en Nea Kavala, venía rebotada de otros campos. Veías una gran falta de perspectivas, de no saber lo que va a pasar. Había gente que te decía que prefería volver a Siria y morir allí, en un bombardeo, que al menos así se morían en el momento, no tenían que pasar esa muerte lenta, sin perspectiva, que estaban sufriendo día a día en los campos", enfatiza González.

Este tipo de experiencias, de cierta dureza moral, puede hacer que las personas cambien su forma de ver la vida. Esta pareja asturiana lleva apenas una semana de vuelta en el Principado, por lo que aseguran: "No sabemos aún si nos ha cambiado la vida, todavía no nos dio tiempo a pensarlo. Llegamos muy cansados de cuerpo y mente. El cuerpo descansó, pero la mente todavía no. Todavía no se me asentó la cabeza, estoy muy descolocada", como relata Carreño.

González va más allá y cuenta: "Casi todos los días sueño que estoy allí y me agobio porque no nos da tiempo a acabar, no hay comida bastante. Ya estando allí, viendo las noticias en España sobre la formación del Gobierno, veías aquella situación y decías: es increíble lo que está pasando en nuestro mundo, a apenas dos horas de avión y la perspectiva tan lejana que se tiene, como si no fuera con nosotros".

"Yo siempre pensaba que las políticas, las leyes, eran a favor del ser humano. Te das cuenta que ahora las leyes, que hemos impuesto nosotros, son utilizadas para justificar este tipo de acciones", continúa González. "Es increíble lo que puede llegar a hacer un ser humano contra otro ser humano, por justificaciones tan banales como una política de cupos, es impresionante. Lo intuyes, pero hasta que no lo vuelves a ver no te das cuenta. No aprendemos".

Pero en estos casos siempre hay una nota positiva: "La cantidad de gente que hay allí voluntaria es impresionante, currando muchas horas, desde distintos lugares del mundo, mucha gente joven, con mucha entrega. Aunque sigue faltando", asevera Carreño.

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