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La Santina que cuidaba el ganado

Un perro mastín llevó cosida a su collar la imagen más antigua de la Virgen de Covadonga, del siglo XVIII y hoy propiedad del numismatólogo Enrique Burguet

Los expertos la datan a finales del siglo XVIII, y para los asturianos -expertos o no- la imagen representada no arroja duda alguna: es la Virgen de Covadonga.

La medalla, propiedad del numismatólogo nacido en París y afincado en Asturias Enrique Burguet Fuentes, representa una de las iconografías más antiguas de la Santina y tiene detrás una historia singular. Burguet la conserva desde hace años, pero ahora una empresa especializada logró una datación que vino a confirmar sus sospechas.

La primera vez que la vio fue en un mercadillo que se organizaba en la plaza de España, en Oviedo. "Un conocido mío le compró la medalla a un hombre que nos explicó su procedencia. La medalla había sido reutilizada como amuleto para un perro mastín que cuidaba el ganado en los montes de la Cordillera, en León".

La figura es singular. Se trata de una pieza de bronce, de dos milímetros de grosor, ocho gramos y medio de peso, elaborada en fundición, con unas dimensiones de 40,5 por 31,4 milímetros. Es claramente una medalla de devoción, y es probable que acabara siendo perdida por algún antiguo propietario porque tiene el apéndice de enganche roto por desgaste.

Es de forma ovalada, con ese perfil característico (manto de forma triangular) de la patrona de Asturias. Un perfil con Virgen coronada, Niño y ramo de rosas, con el creciente lunar sobre nubes a sus pies y la corona vegetal que la rodea. Es lo que se denomina como medalla recortada o de ventana. Su reverso es liso. Con el tiempo, Enrique Burguet le compró la medalla a su conocido y se interesó por los diez orificios que presenta la pieza alrededor de la corona de rosal. Vienen a confirmar la historia del antiguo vendedor. "Son perforaciones que servirían para que la medalla pudiera ser cosida al collar del perro". Una forma de salvaguardar al mastín y, de paso, al rebaño.

No sabemos si dio resultado, pero sí que la pieza se encuentra en buen estado de conservación. La iconografía de la Virgen de Covadonga es inmensa, asociada al santuario como lugar de peregrinación o visita.

Si se acepta esa fecha de finales del siglo XVIII estamos ante lo que el propio abad de Covadonga, Juan José Tuñón, califica de "coyuntura importantísima". Es en 1777 cuando se produce el fatal incendio en la cueva que destruyó la imagen primigenia de la Santina. Conocemos la imagen anterior a través de la iconografía y tenemos interiorizada la imagen actual.

El mercado de medallas de Covadonga es centenario, con una enorme variedad de modelos a lo largo del tiempo. Recuerda Enrique Burguet que "la imagen de la Virgen de Covadonga aparecía con mucha frecuencia en escapularios y medallas protectoras".

La medalla de bronce de este reportaje tiene la singularidad de su antigüedad y su peculiaridad de amuleto sagrado para la vida cotidiana.

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