Amy Adams estrena películas a pares. Y con un denominador común: todo el mundo se arrodilla ante su interpretación en ambas. Si en "La llegada" encarna a una atormentada mujer que intenta ponerse en contacto con visitantes extraterrestres, en "Animales nocturnos" lleva el peso de una compleja trama de intriga, remordimientos y zonas oscuras en las que ella brilla con luz propia. Considerada por algunos simplistas como la gran rival de Jennifer Lawrence (quien, por cierto, estrenará dentro de poco tiempo "Passengers", ciencia ficción menos filosófica), Adams demuestra plano a plano que la suya es una personalidad singular y camaleónica, que no hace ascos a la superproducción (vuelve a ser Lois Lane en "Justice League" después de haberla encarnado en "El hombre de acero", pero dejando sus mejores momentos para el cine que no pierde la cabeza por la taquilla como "Junebug". Los gurús del "Oscar" ya la colocan en primera línea de salida para la próxima edición, quizá en un intento de que se lo den por fin y evitarle el suplicio de Leonardo DiCaprio, el eterno candidato al que finalmente se lo concedieron poco menos que por decreto ley. Adams, nacida curiosamente en Venecia en 1974, está perfecta en los dos estrenos que animan la mustia cartelera. Desde luego, no es una recién llegada: debutó en 1999, se ha curtido en series de televisión, se batió el cobre en bastantes películas de usar y tirar y le ha dado la réplica a intérpretes de grueso calibre sin salir trasquilada (Meryl Streep, sin ir más lejos). Además, no tuvo reparos en airear el trato insoportable que recibió del insufrible director David O'Russell en "La gran estafa americana". Apuesten por Amy: sabe muy lo que hace y cómo hacerlo mejor que nadie.