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IGNACIO DEL VALLE | Escritor ovetense, publica la novela "Índigo mar"

"La literatura es un juego en el que tenemos que apoderarnos de la contradicción"

"La amistad, como el amor, es fragilísima, y ése es un tema que me obsesiona, la levedad de los vínculos: una palabra es suficiente para destruir años de relación"

Ignacio del Valle.

Ignacio del Valle (Oviedo, 1971) concede permiso al capitán Arturo Andrade para navegar en "Índigo mar" (editorial Pez de Plata) por aguas no tan belicosas pero igualmente peligrosas.

- ¿Qué se va a encontrar el lector que llegue a la isla de la novela?

-Se encontrará un escenario habitado por todas las obsesiones de un escritor, sus contradicciones, fantasmas, aspiraciones, miedos, todos encauzados a través de los distintos personajes que irán apareciendo a su alrededor, un juego metaliterario en el que resuena una pregunta: ¿seguiríamos creando arte si supiéramos que no nos íbamos a morir nunca?

- ¿Hay algún exorcismo personal en las páginas?

-Decía Ramón J. Sender que en todo verdadero artista hay un problema de esquizofrenia, y que hay que destruirla mediante el análisis, y eso se hace a través de la obra. En "Índigo mar" muestro todas las cartas con las que juego cuando escribo, y es el lector quien tiene que interpretar cuáles me atañen y cuáles no.

- ¿La tormenta que amenaza al protagonista se puede considerar una metáfora de algo?

-La tormenta se puede considerar como un paisaje moral, quizás una proyección de la mente de Pablo, quizás una metáfora de la vida, que como se dice en la novela es una sensación de pérdida constante a la que hay que dotar de sentido.

- ¿Qué hace cuando se siente perdido en una novela?

-Cuando no puedo avanzar en un nudo concreto sigo un truco muy provechoso que aprendí de Steinbeck: rodeas el castillo y sigues avanzando, no te empeñas en asediar, cuando vuelvas al problema días después a lo mejor ya ni siquiera es un problema, o si continúa siéndolo lo verás desde un ángulo diferente que te permitirá solucionarlo.

- ¿Cómo son los sueños que pueblan la historia?

-La novela está llena de impulsos ciegos a los que intento poner un orden dialéctico. Los sueños son fuerzas turbulentas, instintivas que nos recorren bajo el umbral de la conciencia, todos los monstruos que habitan desde hace eras en nuestro cerebro reptiliano, que en ocasiones lograr forzar las puertas e invadir la conciencia. Esas tensiones son muy productivas literariamente hablando, la voluptuosidad desatada, lo siniestro, la dominación, el hambre de todo?

- ¿Qué peaje hay que pagar por cruzar la frontera entre realidad y ficción?

-La literatura es un juego en el que tenemos que apoderarnos de la contradicción, y eso a veces genera tensiones, mucho esfuerzo, me refiero a la conformación de una identidad, pero que también te hace reír, te da conocimiento, te obliga a ser empático, te muestra modelos existenciales, te ayuda a canalizar la angustia o los anhelos, te hace madurar.

- Amor, sexo, literatura? ¿Por ese orden?

-Yo me he enamorado ferozmente, he estado enganchado al sexo, he tenido un conflicto continuo entre lo ideal y lo sexual, el eros desatado, que también es Thanatos? a día de hoy continúo encauzando toda esa energía idólatra a través de la literatura.

- ¿Cuáles son sus demonios personales preferidos?

-Tiene más gracia que los lectores los adivinen durante la lectura de "Índigo mar", porque está todo en el libro de una manera u otra.

- ¿La amistad siempre es frágil?

-La amistad, como el amor, es fragilísima, y ése es un tema que también me obsesiona, la levedad de los vínculos, una palabra es suficiente para destruir años de relación, aunque también es cierto que tras esa palabra haya una acumulación de conflictos no verbalizados.

- ¿Puede haber sensualidad bajo control?

-El sexo no puede estar bajo control, si no no sería sexo. Quizá la sensualidad sea una versión más domesticada, no lo sé. Lo que tengo claro es que el sexo es irracional, y domina todas las facetas de nuestra vida, es un motor de energía perpetua.

- ¿Rompe algún tabú?

-He roto todos tabúes que he creído necesario romper, es algo esencial para crecer, la oportunidad de cometer errores, la tensión constante entre tus límites y tus decisiones. Además, como decían los surrealistas, el escándalo ya no existe.

- ¿En qué sentido es metaliteraria?

-Hay una reflexión sobre el oficio, una mezcla de géneros, las palabras como otro tipo de droga, los narradores que somos absorbidos por el relato, la literatura como el arte de acercarse lo más posible al misterio sin llegar nunca a descifrarlo, la escritura no como imaginación, sino como memoria, los instantes de belleza que nacen de la incertidumbre?

- ¿Hay un giro brusco respecto a las historias bélicas de Andrade o sus lectores le reconocerán?

-Pienso que Andrade reconocería esta novela, las obsesiones son las mismas pero centrifugadas de otra manera. Al final todo queda entre el hombre que eres y el que querías ser, saber al final cuánto te has traicionado a ti mismo.

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