"Cantábrico" no es un documental de naturaleza al uso, de ésos de televisión que sumen al espectador en una siesta inevitable. "Cantábrico", el documental (película-largometraje) dirigido por Joaquín Gutiérrez Acha, que hoy se estrena en los cines de toda España, invita de inmediato a quedarse agarrado a la butaca y mantiene esa tensión, ese interés, en todos sus tramos. No hay lugar para la monotonía ni el aburrimiento. En "Cantábrico" hay una mezcla irresistible de suspense y belleza deslumbrante que aparece ya se trate de una nevada, de la corriente de un río o de cualquiera de los fenómenos de la naturaleza que Acha y su cámara recogen al detalle a través de las cuatro estaciones y en las tres comunidades que forman parte de la cordillera que da título a esta producción: Asturias, Castilla y León, y Cantabria. Uno de los sistemas montañosos más originales, biológicamente, de la península Ibérica y del oeste europeo.

Un momento de máxima tensión es la persecución de un ciervo por parte de una manada de lobos. Una imagen tan espectacular y dramática como complicada desde el punto de vista técnico. "La paciencia es clave para rodar", comenta Joaquín Gutiérrez Acha a LA NUEVA ESPAÑA con respecto a ésta y otras escenas que exigen mucho tiempo y dedicación. La manada de lobos va consumando su ataque al ciervo con una táctica medida e implacable. La presa se defiende con los restos de fuerza que le quedan, a pesar de hundirse en la nieve. Es la primera vez que se filma una manada de lobos ibéricos en plena cacería en condiciones totalmente naturales. Una escena cinematográfica llena de fuerza que muestra la ley de la naturaleza.

Otra situación que deja atónito al espectador, en este caso por los colores que va pintando en la pantalla, es el paso de las estaciones, que, además, sirve como hilo conductor.

La escena del urogallo en el cantadero es otro de los momentos estelares. Fue captada con cámaras camufladas en los bosques del alto Sil, cerca de la localidad de Villablino. "La del urogallo es una secuencia maravillosa. No hay trampa ni cartón", puntualiza el director. Así se hizo: "Sabes más o menos cuándo cantan. Lo que toca luego es esperar una semana y rodar. Y se ha conseguido hasta el apareamiento", subraya Gutiérrez Acha.

La vistosidad de cada plano se une a la tensión narrativa que desprende la expectativa de lo que pueda ocurrir al segundo siguiente. Eso convierte este documental en una película de tres géneros al menos: naturaleza, suspense y acción. Acción como la que supuso la grabación de las imágenes aéreas, que se hicieron con helicóptero, aunque, cuando el objetivo lo permitía, también se usaron drones.

Otro gran reclamo para el espectador son las imágenes del desove de los salmones. "Paciencia", insiste Gutiérrez Acha. Pues éste es el gran ejercicio que han tenido que hacer los autores de "Cantábrico". Tanta que hay escenas del proceso reproductor de los salmones que necesitaron 400 o 500 horas de grabación con cámaras autónomas escondidas debajo las piedras. "A veces vas a un sitio y vuelves sin nada", admite Gutiérrez Acha, uno de los grandes documentalistas de España, que ha dirigido para la BBC y "National Geographic" y es autor de producciones tan destacadas como "Guadalquivir", que se asomó incluso a los premios "Goya".

Cuenta Joaquín Gutiérrez Acha que en el "casting" imaginario entre la fauna participante hay animales que son protagonistas y otros que asumen papeles secundarios, pero todos tienen que "relatar" su vida para componer la voz coral de la naturaleza. Si un patrón a seguir en el desarrollo de "Cantábrico" es el discurrir de las estaciones, otro es la conducta animal, con "interpretaciones" merecedoras de un "Oscar" como las del oso, el salmón, el lobo, el gato montés y el urogallo, en peligro de extinción a corto plazo. No obstante, aparece todo tipo de fauna, y también paisajes y flora, necesarios para componer el retrato coral y fiel que se pretende de la naturaleza cantábrica.