Ahí en la foto, en plan Houdini boca abajo, no se aprecia muy bien que José Armas tiene una mirada bastante inquietante. No se sabe si está a la defensiva o, por contra, midiendo tus flaquezas. Ese mirar intimidante quizá provenga de un microscópico estrabismo, de un iris muy azabache o de que la raya del ojo parece pintada, pero lo cierto es que, en el cara a cara, metidos en harina y hablando de magia e ilusionismo, comentando lo manipulable que es el cerebro humano y también cómo, mediante la hipnosis, la gente acaba haciendo cosas impensables, a uno le empieza a entrar el canguelo de que, en ese preciso momento de la charla, Armas, con tanto mirar de taladro, lo esté hipnotizando y le cuente "uno, dos y tres" y el entrevistador acabe convertido en gallina.
Por fortuna, eso no pasa. Como mucho, Armas hace una demostración bastante inocua de su arte y, a centímetros de distancia, dobla un billete de 10 euros y lo desdobla convertido en uno de 500. Todo resulta impecable y perfecto, salvo que vuelve a doblar y lo devuelve devaluado, sin dejar los 490 euros de beneficio. Para hacer ese truco sin trampa ni cartón tuvo que ensayarlo cincuenta mil veces, explica. Pero él, dale que te pego, no paró hasta lograrlo. "Sí, yo diría que soy persistente", reconoce abriéndose un poco por primera vez. La mirada, ahora se atisba, era más bien defensiva.
Es persistente. También científico. Armas, el ilusionista que vive de la credulidad de nuestra mente, sólo confía en la ciencia. ¿La ciencia lo explica todo? Casi. "Hay una cosa en la que siempre pensé. El Universo comenzó con el ´Big Bang´, vale. ¿Pero antes?". Deja un silencio. Ay, dios. ¿Será que alguien se sacó un Universo de la chistera? ¿Será que hubo un "antes"? Pues vaya usted a saber. En ese punto, es una lástima, seguimos todos encadenados y con camisa de fuerza. Boca abajo.
Bio
José Armas Montes (Oviedo, 1985) descubrió su vocación de ilusionista el día de su primera comunión, cuando quedó deslumbrado con los trucos de aquel mago que sus padres habían contratado para animar el convite. Después, un programa televisivo del mentalista ovetense Anthony Blake volvió a reafirmarle en su deseo de convertirse en mago. Aun así, Armas estudió Informática en la Universidad de Oviedo y, aunque terminó la carrera, pronto descubrió que lo suyo no iba a ser pasarse la vida "metiendo códigos delante de un ordenador". En torno a 2006 empezó a hacer sus primeras actuaciones en público, más allá del círculo de amigos. Ahora, convertido en el único mago profesional de Asturias, regenta su propia empresa de producciones artísticas, en la que tiene ocho empleados.
