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La ciencia asturiana considera aislados los casos de acoso en el ámbito académico

La presidenta del CSIC en Asturias, Ángeles Borrego, ve "inaceptables" episodios como el del biólogo Francisco Ayala, acusado de abuso sexual

El movimiento "Me Too", que aglutina los testimonios de mujeres víctimas de acoso en la industria del cine, se deja sentir en el ámbito científico. La semana pasada, la Universidad de California en Irvine (UCI) apartó de la institución al biólogo madrileño Francisco José Ayala por considerar probados los casos de abuso sexual denunciados por la vicedecana del centro, la jefa del departamento de Ecología y Biología Evolutiva, una profesora y una estudiante. Los científicos asturianos creen que éste es un caso "puntual" y condenan este tipo de actitudes en cualquier ámbito.

El comportamiento de Ayala le costó su puesto como profesor de Ciencias Biológicas en la UCI y la retirada de su nombre de las becas y programas académicos. Las acusaciones que se ciernen sobre él sorprenden en el ámbito científico, asegura el investigador y divulgador científico asturiano Amador Menéndez. "Creo que estas actitudes son poco frecuentes; al menos yo no he vivido nada así en el trabajo", asegura. Además, recuerda una cláusula del código de conducta del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), donde trabajó, que condenaba cualquier tipo de "discriminación de género o acoso sexual".

"Por suerte, los casos de acoso son rarísimos, pero si se dan hay que denunciarlos y perseguirlos; es inaceptable que ocurran cosas así en el ámbito académico", asegura Ángeles G. Borrego, la delegada institucional del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Asturias.

La visión de la astrofísica ovetense Noemí Pinilla-Alonso es más tajante. "En la ciencia existen el acoso, tanto laboral como sexual, y los abusos de poder, básicamente porque no hay un campo que esté libre de indeseables; es una muestra de lo incrustados que están esos comportamientos en la sociedad", aseguró en mayo en una entrevista a LA NUEVA ESPAÑA.

El mayor informe sobre acoso sexual en la ciencia, llevado a cabo por las Academias Nacionales de Ciencia, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos, revela que más de la mitad de las mujeres en áreas científicas sufren algún tipo de acoso.

Existen casos con nombres propios en la ciencia estadounidense. El astrónomo Geoffrey Marcy, conocido como el "cazador de planetas" porque descubrió los primeros cuerpos celestes fuera del sistema solar, fue expulsado de la Universidad de California, en Berkeley, en 2015 por las denuncias de cuatro alumnas. Aseguraron sufrir acoso durante diez años. Antes de su dimisión, el científico respondió a estas acusaciones con una carta en la que pidió perdón por sus "errores" y el daño ocasionado a las mujeres afectadas. Tras este escándalo, Meg Urry, presidenta de la Sociedad Americana de Astronomía (ASS), aseguró que era una práctica "habitual" que obligó a muchas mujeres a renunciar a su carrera.

No es el único episodio en Estados Unidos. Un año antes, Walter Lewin, el físico estadounidense conocido por sus clases de ciencia amenas -defiende la idea de que aburrir en una clase de Física es un "crimen"-, fue expulsado del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) por las acusaciones de abuso sexual de una de sus alumnas de los cursos que impartía online. Se le revocó el título de profesor emérito y se eliminaron todos sus cursos de internet. "Después de una investigación, el MIT ha determinado que el comportamiento de Lewin hacia la denunciante violó la política del Instituto sobre el acoso sexual", consideró entonces la institución.

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