Un pájaro canta. O quizá sean dos, tres o incluso más. Ahora un grupo de ovejas bala mientras el viento sopla. Sopla cada vez más fuerte. También cae agua, pero no es de lluvia, más bien parece la corriente de un río. La calma se disipa con el sonido brusco y fuerte de las campanas de la basílica de Covadonga. Tocan el himno de la Santina: "Bendita la Reina de nuestra montaña, que tiene por trono la cuna de España...". La naturaleza regresa tras un último repique. Otra vez el dulce trino de los pájaros.

Así suena el Parque Nacional de los Picos de Europa sin necesidad de coger el coche, caminar durante horas o escalar. El artista gijonés Juanjo Palacios ha comprimido por primera vez los ambientes del paraíso natural en una iglesia: la de la Laboral. De los confesionarios y las escaleras de caracol salen lobos, osos y rebecos con el fin de recrear, asegura el compositor, "un paisaje tan rico como el visual" y a menudo subestimado. Se trata de una selección de dos horas y media de grabación, durante las que el espectador escucha sobre todo "agua y el 'clin clin' del ganado". La exposición "Picos de Europa", la primera de una serie de siete sobre las reservas de la biosfera de Asturias, fue inaugurada ayer con el apoyo del Principado y se podrá visitar hasta el próximo 30 de septiembre.

No hay nada que ver, explica el autor, sólo escuchar y dejarse llevar. Dejarse llevar, por ejemplo, hasta el funicular de Bulnes o los Lagos de Covadonga. "Lo único que se exhibe es el sonido. No hay imágenes, no hay vídeo... Incluso hemos escondido los altavoces -son doce- para que la sensación que tengas dentro de la iglesia es que están sucediendo cosas, pero no tengas muy claro de dónde vienen. Porque en los Picos de Europa, como en otros parques naturales, muy pocas veces ves la fuente que produce el sonido", detalla Juanjo Palacios, uno de los pocos artistas sonoros de la región. El gijonés dedicó seis meses -entre octubre de 2017 y mayo de 2018- y largas horas de caminata por montaña para captar la esencia del Parque Nacional y conmemorar de esta peculiar forma el centenario de su creación.

Los Lagos, lo más difícil

"Otros compañeros graban el lobo, el oso, el urogallo -en la muestra no sale- ... Es decir, algo específico. A mí lo que me interesaba era el paisaje, la amplitud. Intenté además no capturar voces humanas de turistas, aunque no fue fácil. Un lugar muy complicado de grabar fueron los Lagos de Covadonga. Elegí días muy duros, de entre semana, incluso con nieve. Y aún así había gente, mucha gente", cuenta el compositor. Para la exposición, Palacios buscaba "un sitio con una arquitectura imponente" como la Laboral. "Había que reducir esa extensión tan grande del Parque Nacional, pero sin dejarla en una sala de exposiciones", apunta. La cúpula de la iglesia gijonesa y sus recovecos le dieron mucho juego: "Cambia muchísimo el sonido en función de dónde te coloques. Lo que percibes va cambiando".

En una esquina se escucha con intensidad el agua caer y en la opuesta, la fauna. Y todo va cambiando. "Lo que más hay son grabaciones de agua. Hay orbayu, lluvia fuerte, deshielo, ríos, riachuelos, lagos y agua debajo de un río capturada con hidrófonos", detalla Juanjo Palacios. Pese a la utilización de equipos de última generación, el artista confiesa que los sonidos no se oyen con la misma calidad con la que se escuchan en el medio natural. Pero el viaje al corazón de los Picos de Europa está igualmente garantizado.

Palacios estuvo ayer acompañado en la presentación de la muestra por el viceconsejero de Cultura y Deporte del Gobierno del Principado, Vicente Domínguez, quien resaltó la "singularidad" del proyecto al "trasladar los sonidos del paraíso al interior de una iglesia". "Es un trabajo único, hasta el punto de que tal y como está configurado sólo se podría percibir como obra de arte, que es lo que es, si alguien desde el momento en el que se inauguró hasta que acabase estuviese aquí escuchándolo para poder percibir la obra completa, porque es autogenerativa. Es como aquella sinfonía de John Cage que tenías que escucharla entera para percibir la obra y duraba semanas", expresó.

Una muestra evocadora

Para Domínguez, la exposición es "muy evocadora" y además "refuerza el canal aural". "No es lo mismo escucharlo aquí que en casa con unos cascos. Parece que estamos incluso ante los sonidos de la creación. Solemos ir a los sitios a ver y el que de repente nos enfrentemos a una obra de arte, en la que lo relevante sea lo que nos llega por el oído es una apuesta muy importante por el ejercicio de la imaginación. Aquí no estamos en los Picos de Europa, pero esta sacralidad desacralizada por otra parte de sonido lo convierte en una instalación única", subrayó el viceconsejero, que avanzó que la muestra se ampliará al resto de reservas de la biosfera de la Unesco.

En concreto son Oscos- Eo, Las Ubiñas- La Mesa, Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, Somiedo, Redes y Ponga, declarada el pasado mes de julio. El trabajo, que lleva por título "Reserva sonora de la Biosfera de Asturias", tiene como objetivo "descubrir sus identidades sonoras, crear una fonoteca con las grabaciones y programar actividades innovadoras para todos los públicos". Juanjo Palacios, que ha exhibido otros proyectos de equipamientos culturales de la talla del Museo Reina Sofía de Madrid o el Instituto Cervantes de Berlín, empezó trabajando con la reserva de los Oscos- Eo, donde hay "un rico patrimonio sonoro relacionado con las personas". "Pero las primeras grabaciones que se muestran son las de los Picos de Europa debido a la celebración de su centenario", aclara.

La obra está abierta el público hasta el 30 de septiembre, en horario de 12 a 14 horas, y de 16.30 a 19.30 horas. La entrada es gratuita.