La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un científico chino manipula el ADN de dos gemelas para hacerlas inmunes al sida

La Universidad de Shenzhen inicia una investigación ante la conmoción global

Un científico chino manipula el ADN de dos gemelas para hacerlas inmunes al sida

El científico chino He Jiankui ha conmocionado a la comunidad científica y a la opinión pública tras anunciar que ha manipulado genéticamente a dos bebés nonatos para hacerlos invulnerables a una posible infección del VIH, virus del que el padre es portador. Un experimento que, a juicio de los expertos asturianos, es "reprobable e innecesario", ya que existen otras técnicas que pueden impedir el contagio en esas circunstancias.

Fue el propio He Jiankui quien reveló ayer su experimento. No lo hizo a través de un artículo en una revista científica, como sería menester: este Frankenstein posmoderno colgó un vídeo en Youtube en el que detalla cómo usó la técnica CRISPR/Cas9 para manipular genéticamente a dos gemelas, concebidas mediante inseminación artificial, con el objetivo de inmunizarlas contra el VIH.

"Lo que hace es fecundar in vitro óvulos de la madre con esperma del padre para eliminar un gen que se llama CCR5, que actúa como receptor para que el virus infecte las células. Esto se conoce porque hay gente de la población general (en Asturias, un 1%) que de forma natural nacen sin ese gen y son resistentes a la infección", explica el genetista Eliecer Coto, del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

El científico chino justifica su actuación explicando que no busca eliminar enfermedades genéticas, sino "dar a las niñas la habilidad natural para resistir una futura infección del VIH". He Jiankui añade que las gemelas, Lulu y Nana, nacieron este mes, y que "los resultados indican que la operación funcionó correctamente". Pese a sus explicaciones y a la ausencia de una limitación legal para hacer investigaciones genéticas en China (como sí sucede en Europa, Japón y los Estados Unidos, entre otros países), la Universidad de Shenzhen, a la que pertenece He Jiankui, ha anunciado una investigación independiente, ya que el científico no había informado de su proyecto.

La controversia ante el experimento de He Jiankui se sitúa tanto en el plano ético como en el legal. La tecnología CRISPR, conocida como el "corta y pega genético", permite a los científicos sustituir cadenas defectuosas de ADN. Desarrollada por Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna (ganadoras del premio "Princesa de Asturias" de Investigación Científica y Técnica en 2015) a partir de los hallazgos del español Francis Mojica, la técnica CRISPR fue saludada desde un primer momento como un avance fundamental para la medicina. Pero entre la comunidad científica hay cierto consenso en que la técnica aún no está madura, y se ha constatado que puede causar mutaciones y daños a las células.

Pese a estas dudas, un grupo de científicos chinos ya usaron esta técnica para tratar, en 2016, a pacientes con cáncer de pulmón. Pero la utilización de CRISPR en bebés nonatos es diferente, y así lo ha percibido la comunidad científica. "Este experimento no tendría autorización de los comités éticos en Europa, pero en China... me creo que lo puedan hacer, pero de confirmarse no tiene un pase que lo hayan hecho pasando de todos los controles bioéticos", sostiene Eliecer Coto.

Mauricio Telenti, secretario del Comité Ético de Investigación con medicamentos del Principado de Asturias, incide en que si el objetivo de He Jiankui era evitar la infección por VIH, había alternativas a CRISPR "que reducen prácticamente al 0% la posibilidad de transmitir la infección al hijo".

"En todo procedimiento de investigación con seres humanos o sus muestras biológicas", continúa Telenti, "siempre se deberá buscar la relación que existe entre el posible riesgo que se pudiera provocar al individuo (y a su descendencia) y el beneficio que se espera. En este caso, parece altamente improbable que el beneficio sea superior a los posibles daños".

Para los expertos, la regulación que rige en la mayor parte de los países, pero que China no acata, es una garantía para lograr el avance responsable de la ciencia. "La finalidad de toda esta regulación", explica Telenti, "estriba en evitar los desastres de tiempos pasados, investigaciones médicas que, aunque algunas pudieran haber tenido interés científico, éticamente eran reprobables. Recordemos los experimentos de los campos de concentración en la Alemania nazi, los llevados a cabo en Estados Unidos por el Tuskegee Institute, los de Chester Milton Southam o el desastre causado por el uso de la talidomida".

Compartir el artículo

stats