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A Paicega, un templo que aún busca a su autor

La historiadora Ángela Ferreira sostiene que la iglesia del núcleo de Pesoz es de Castelao, no de Vaquero Palacios

La iglesia de A Paicega. A. M. S. / REPRODUCCIÓN DE A. M. S.

Un templo en busca de autor. La historiadora grandalesa Ángela Ferreira Martínez sostiene que la iglesia de A Paicega de Pesoz es obra de Ignacio Álvarez Castelao y no de Joaquín Vaquero Palacios, como está documentado. La investigadora, de 30 años y licenciada en Historia del Arte y máster en Historia y Análisis sociocultural, realizaba un estudio sobre el patrimonio industrial de zona dentro de curso de experto de la Universidad de Oviedo cuando empezaron a surgir la dudas. La iglesia, "que es arquitectónicamente una maravilla", fue construida entre enero y junio de 1948 al abrigo del gran desarrollo que sufrió la zona con motivo de la construcción de la presa de Grandas de Salime.

"Siempre se pensó que fue un proyecto de Vaquero, pero tras contactar con el arquitecto Gerardo Arancón Álvarez, sobrino de Ignacio Álvarez Castelao, llegamos a la conclusión de que el proyecto es de este arquitecto asturiano", cuenta Ferreira Martínez. Joaquín Vaquero Palacios llegó en 1950 a Grandas "y la iglesia estaba hecha dos años antes". Otro dato: Joaquín Vaquero Turcios (hijo) nunca visitó el templo de A Paicega cuando pasó por Grandas de Salime en busca de la obra de su padre, entre 2000 y 2001. Un dato más: la arquitectura de la iglesia es similar a la obra que firmó Castelao en San Juan de Nieva.

Cuenta Ángela Ferreira que buscando documentación en el archivo personal de Castelao "figura el proyecto de una iglesia muy similar, pero de mayores dimensiones, proyectada para el poblado que acogería a los obreros que fueran a trabajar a la construcción del Gran Suarna". Además, el arquitecto tiene más vinculo con la zona: "diseñó el poblado de El Salto, en Grandas capital".

La investigadora asegura que esta dato es importante porque ahonda en la historia de una zona olvidada de Asturias. Su origen (es natural de Grandas) le dio la pista para hacer un estudio sobre el patrimonio abandonado del Occidente: "Quería centrar mi investigación en la construcción de la presa del Salto de Grandas (1945-1955)".

Sobre la central hay mucho escrito, por ello la investigadora grandalesa documentó la historia no contada de los poblados de los obreros que construyeron al calor del desarrollo del embalse. Para documentar sus estudios y conclusiones, visitó el archivo fotográfico de la empresa Saltos del Navia, el registro civil de Pesoz, el archivo histórico del Ayuntamiento de Pesoz y el registro civil de Grandas de Salime. También se nutrió de vivencias personales: "Hablé con viudas e hijos de trabajadores que vivieron en los poblados y eso me impactó muchísimo", relata.

Para albergar a la ingente cantidad de población que se desplazó a trabajar a la presa de Grandas se crearon poblados. Alojaban a los obreros y sus familias. A Paicega, de Pesoz, fue uno de ellos. También se construyó el conocido como El Campín (Pesoz), Vistalegre (Grandas de Salime) y Eritaña (Pola de Allande).

En este aventura, no sólo se ha encontrado con novedades en cuanto la autoría del patrimonio. También se asombró con el número de muertes registradas en la época. "Pocas -dice- para una trabajo civil de estas características hecha con medios de la época".

"Al ser una obra muy promocionada por el régimen franquista (hay hasta tres informaciones en el NO-DO hablando de ella) no hay constancia en los medios de comunicación de entonces de los accidentes de trabajo que se produjeron en la presa", destaca la historiadora.

En los registros civiles de Grandas y Pesoz se contabilizan 89 personas fallecidas por enfermedad común o vejez. "Sin embargo, había accidentes de trabajo todos los días. Muchos de ellos eran por cortes o quemaduras, pero también los hubo graves y también su murió gente", sostiene Ferreira. De hecho, ha documentado que la mayoría de los fallecidos sufrieron un traumatismo craneoencefálico. "Me asombró escuchar las historias que se cuentan, porque en la zona se dice que cuando caía alguien del muro se oía gritar '¡¡¡Ahí va uno!!!', como si fuera algo normal", señala.

Uno de los accidentes que más se recuerda en la comarca fue la rotura de un cable conductor de la manilla de un plano ("lo que popularmente se conoce como 'se cayó el teleférico que llevaba materiales'"), donde fallecieron seis personas, entre ellos una niña de seis años y su madre.

Según las estimaciones no oficiales, "murieron en accidentes de trabajo en torno a 200 personas". "Son datos que nunca se contaron y que creo que merece la pena que se conozcan", concluye Ángela Ferreira.

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