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Seis autores en busca de la gloriosa Ribera

La primera jornada del proyecto que reúne a escritores para conocer la riqueza cultural del concejo arranca con sol, sorpresas y citas con la historia

Seis autores en busca de la gloriosa Ribera LAURA CARADUJE

"Helena" se fue a tiempo para que el proyecto "Viaje a la Ribera (dos)" echara a rodar sin tormentas, aunque, alcalde previsor vale por dos, José Ramón García llegó ayer al salón de plenos del Ayuntamiento de Ribera de Arriba con unos paraguas muy cotizados para los escritores Karina Sainz, Angela Vallvey, Sergio del Molino, Maxi Rodríguez, Jesús Arango y Xuan Bello. Para ellas, además, dos ramos de flores, con especial dedicatoria para Sainz, nacida en Caracas. "Por la conciliación, el diálogo y la democracia en Venezuela", fue el brindis con pétalos del alcalde, que agradeció al productor Juan Gona el esfuerzo de coordinar esta segunda parte de una propuesta que, bajo la dirección de José Manuel Vaquero, consejero de Prensa Ibérica Media, grupo editor de LA NUEVA ESPAÑA, cristalizará en abril en un cofre cultural que incluirá los textos de los escritores inspirados en lo que han visto y oído, el "Himno" de Pipo Prendes y la película "Vete de mí". Buenos augurios: el cambio radical del tiempo, aunque Gona explicó las razones: "Lo contratamos así". Y un deseo del alcalde: "Que la Ribera os sorprenda".

Para invocar esa sorpresa, los autores tuvieron ayer una primera toma de contacto guiados por tres "lazarillos" que les condujeron a algunos rincones significativos: Saúl Blasón, Eli Martín y Carlos Iglesias. El primero, a tiro de piedra del Ayuntamiento: la capilla del Carmen, propiedad municipal y en la que llama la atención campanario de hierro que forma una cúpula diáfana.

Las primeras preguntas bajo un sol frío tienen un origen inevitable: la central térmica. Los apenas 22 kilómetros cuadrados del concejo dan para mucho. Incluso para una mantequería potente. La industria trae riqueza y esa riqueza no olvida la cultura: ahí están los festivales de jazz y cine, o el sinuoso lamento del fado. Jesús Arango, economista de largo recorrido, es el más indicado para dar en pocos minutos un repaso a lo que fue Asturias y a lo que es. El escritor Xuan Bello y el dramaturgo Maxi Rodríguez se unen a los diagnósticos. Se conjugan verbos realistas aunque se esquiva el fatalismo. Tierra fértil, tierra prometida donde el Caudal y el Nalón cruzan sus destinos. Pocos habitantes. Pocos jóvenes. Que pasará si cierra la térmica. Quién sabe. Arango apunta: "Tenemos que acostumbrarnos a que las cosas ahora van mucho más rápidas que antes, y lo que vemos lejano quizá no lo sea tanto. Las industrias eléctricas apuestan por las renovables".

A los coches. Primera parada, la iglesia de San Nicolás de Bari, de origen medieval. Impresionantes vistas en cinemaescope que permiten disfrutar de un paisaje bello y fértil. A Arango le llegan recuerdos de su juventud, cuando florecían los cerezales con varias clases de fruto, a cual más sabroso. A la capilla Virgen de los Remedios en La Mortera hay que acercarse andando. "Helena" dejó el prado embarrado. Un lugar perfecto para disfrutar de un horizonte de cumbres nevadas y cielos azules. Vallvey observa asombrada un boletus que sobrevive en la rama de un fresno. De vuelta a la carretera, se impone una parada en un rincón de los que hacen afición: un hórreo del que cuelga al cartel "La Ribera gloriosa", usado por José Antonio Quirós para su serie "Aquí sin Paraíso". Y por aquí y allá, madreñas coloreadas y piedras pintadas y calabazas de Halloween y una canasta de baloncesto y plantas y panoyas y un reloj varado en el tiempo y...

Karina Sainz ha hecho una amiga. Se llama Ángeles. Es la dueña de rincón: "Me gustan mucho los adornos y las plantas", explica. No hay duda. Ochenta años la contemplan pero "no me los echan". Le resume a la escritora su vida. Viuda. Hijos. Nietos. Aquí, con paraíso. Irradia serenidad. Feliz con su rincón glorioso. Paso a Sardín. La capilla de San Antonio, del siglo XVII, merece un comentario elogioso de Vallvey: "Qué chula".

Las preguntas vienen y van. Sergio del Molino averigua la razón por la que hay tantos tejos junto a a los edificios religiosos. El elemento mágico que custodiaba el mundo celta. Magia a borbotones en el mirador de El Cogollo, aún sin terminar. Allí habrá un panel que permitirá identificar cada cumbre en la pasarela que se pierde en el horizonte. Hay tiempo para tomar un aperitivo en Soto de Rey y lamentar el estado de ruina del castillo de doña Urraca, la construcción de mayor antigüedad del concejo. Sainz echa el ojo a una casa que necesita alguien que la mime. Ideal para retirarse a escribir pero calentar ese edificio debe costar un dineral.

Con las libretas de algunos viajeros echando humo y los móviles agotados de tanta foto, el avituallamiento se hace necesario. Bueño les espera. Junto al restaurante hay un lavadero que empapa la mirada curiosa de Vallvey. Les espera Ander Azcárate, el irreductible cazador de autógrafos. Del Molino se atreve con fabada y cachopo. Sainz también. Intrépidos. La sobremesa se prolonga con un suculento menú de temas: Campomanes versus Jovellanos, la poesía del arbejo, los recuerdos de Bello de su experiencia venezolana, los temores de por el cambio climático ("El Mar Amarillo ahora es negro"), el sudoku de la política, los proyectos de cine, el misterio del jamón búlgaro... Hoy, segunda jornada de trabajo en la gloriosa Ribera. Aún queda mucho por ver.

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