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Jimena Escudero con la pantalla de un smartphone con su asistente inteligente activado, sentada entre Elvia Vasconcelos, a la izquierda, y Harriet Smith Hughes, ayer, en Oviedo.LUISMA MURIAS

La tecnología también es machista

Asistentes virtuales como Siri y Alexia amplifican las actitudes sexistas y algunos usuarios llegan a establecer vínculos emocionales con ellos

La obsesión por otorgar características humanas a la inteligencia artificial tiene consecuencias cuyo alcance a largo plazo es difícil de imaginar. Asistentes virtuales como Siri, Alexia y Cortana "amplifican las desigualdades" y las actitudes sexistas y tienden a uniformar a los usuarios, hasta el punto de no reconocer el rostro de una persona negra o los ojos de un asiático. La elección de nombres y voces femeninas no es casual, "la tecnología no es inocente", y es una equivocación "confiar en la neutralidad de las máquinas, que son vulnerables a la subjetividad de sus programadores".

Elvia Vasconcelos, Harriet Smith Hughes y Jimena Escudero conversan informalmente sobre esos asuntos en un bar de Oviedo. Las dos primeras llegaron a la ciudad ayer por la tarde y hoy participarán en un seminario sobre inteligencia artificial, en el que se hablará de las peculiares relaciones que los usuarios pueden llegar a establecer con esos dispositivos. Unos son tan simples como la voz que nos guía en el manejo del smartphone, otros son sofisticados, como la "compañera doméstica" en forma de holograma que se ha popularizado en Japón y que lleva a cabo sus tareas en sujetador, medias y delantal, nada más.

Vasconcelos, especialista en investigación de diseño; Smith Hughes, que ha creado la personalidad de Cleo, una asistente virtual especializada en mercados financieros, y Jimena Escudero, profesora de Filología Inglesa de la Universidad de Oviedo, tienen en común su feminismo y se acercan al estudio de la inteligencia artificial desde perspectivas muy distintas. A ellas se les unirá hoy, a través de una videoconferencia, Genevieve Lively, de la Universidad de Bristol, que ha indagado en el mito de "la mujer artificial", perpetuado desde la mitología clásica hasta la actualidad, con la revolución de las muñecas sexuales robotizadas, siempre "mujeres a medida", tanto en su aspecto como en su personalidad.

Elvia Vasconcelos sostiene que esta "feminización" de la inteligencia artificial es consecuencia del control masculino de las empresas tecnológicas. Explica que hay infinidad de estudios psicológicos que avalan que las voces femeninas son más agradables, menos intimidatorias, inspiran más confianza y que, en definitiva, son las preferidas por los usuarios. "Pero lo que prefieren es la voz femenina en posición de asistencia", puntualiza ella. Las voces de las mujeres en otros contextos, como los programas radiofónicos, son más cuestionadas.

En general, los asistentes virtuales tecnológicos son sumisos y complacientes, pero Harriet Smith Hughes ha dotado a Cleo, su creación, de un carácter algo más rebelde. Jimena Escudero explica que ese tipo de dispositivos reciben infinidad de requerimientos de carácter sexual por parte de sus usuarios, a los que evitan responder para no enfadarlos. Harriet ha programado a Cleo, que se comunica con texto y que está diseñada para hablar de finanzas, para responder a las provocaciones.

La tecnología, que tiene una gran capacidad para mejorar la sociedad, educándola y conectando a personas con intereses comunes y cooperativos, reproduce los sesgos sexistas, racistas y discriminatorios, los replica y multiplica con su enorme poder expansivo, sostienen Smith, Escudero y Vasconcelos. "Hay muchos estudios para desarrollar los algoritmos de la inteligencia artificial, pero no existen para monitorizar los efectos que esa inteligencia tendrá a largo plazo en la sociedad", alerta esta última.

Hay versiones masculinas de los asistentes virtuales, cuentan, pensados para mujeres, pero advierten que "dan miedo": han sido dotados de personalidades autoritarias y agresivas.

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