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El problema no es el final, por Alberto Rubio

El guión empezó a dar bandazos en las dos últimas temporadas y al final el dragón ha resultado el más sensato de toda la serie

El problema no es el final, por Alberto Rubio

Sin rodeos. No me ha gustado nada el final de "Juego de Tronos". El problema es que el capítulo de ayer ya era lo de menos. Fuese cual fuese el final, poco se podía hacer para salvar la temporada y me temo que la serie y su recuerdo. La historia se terminó el día en que Benioff y Weiss, sus productores, decidieron acabar a toda prisa con El Rey de la Noche en uno de los capítulos más tramposos (y oscuros) de la historia de la televisión. ¿ Arya de un salto y en el descuento?, ¿la dama roja lo sabía?, ¿en serio?

La decisión de terminar con un malo que podría haberle hecho sombra a Darth Vader para centrarse en la guerra por el trono y los juegos de los señores fue el gran error de la serie. Hasta ese momento, todo podía pasar. El peligro era real para todos los personajes por mucho que los guiones de las últimas temporadas se empeñasen en ponerles armaduras para tener contentos a gran parte de los fans. La serie nos enganchó por sus intrigas palaciegas, sí, pero se había convertido en algo más, había abierto el foco y ya no se trataba solo de eso. Estaban en juego cosas más importantes que un trono, por muy imponente que fuese.

Los guiones sin los libros empezaron a desviarse de la historia que todo el mundo quería ver, quizás para dejar clara la frontera entre ambos productos o simplemente para sorprender con un giro cada vez más inesperado, como si pudiese haber una boda roja en cada temporada. Incluso Jon, que parecía llamado a ocupar el centro de la trama, fue quedando relegado una y otra vez para que todas las teorías fallasen. ¿El resultado? Personajes dando bandazos en las dos últimas temporadas y tramas cerradas a la velocidad de la luz.

Las muertes de Meñique y Varys son un claro ejemplo de cómo sus personajes, que lo llegaron a ser todo en el éxito inicial de la serie, habían acabado convertidos en una caricatura de lo que fueron.

Pero vamos con el final. Tras la repentina locura de Daenerys (un balón de oxígeno en la trama si no fuese por su escaso desarrollo) la cosa se tornó en despropósito. Daenerys-Hitler encarcela a Tyrion y Jon la mata para salvar a la humanidad. ¿Ahora? Ahí me di cuenta que ya había leído en internet lo que estaba viendo. Ya no había factor sorpresa, pero disfruté. Disfruté pensando en esos amigos que aún conservaban las esperanzas, esos que perdonaban las últimas locuras de la serie, incluida la muerte de Cersei a manos de un ladrillo.

Al final todo se decide en una reunión de señores eligiendo a su rey y haciendo chistes sobre la democracia. Sansa consigue la independencia de Norte mientras los demás, incluido el Príncipe de Dorne, votan por Bran Stark, que no podía ser Señor de Invernalia pero sí Rey de los Siete Reinos. Jon vuelve más allá del Muro y por fin acaricia a Fantasma y Arya tiene una revelación y se dispone a descubrir las Américas. Ahora que lo pienso, ¿el dragón ha resultado ser el más sensato de toda la serie o me lo parece a mí? Por favor que todo sea una broma o un sueño de Resines.

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