Marisa Oropesa conversa con Carlos Cuadros, el director del Centro Niemeyer a un lado de la sala semiesférica de exposiciones avilesina. Acaban de desembarcar las cajas de madera que transportan buena parte de la exposición que comisaría Oropesa con grabados de Pablo Ruiz Picasso en el centro avilesino y que se compone de las series de grabados "Suite Vollard", "El entierro del Conde de Orgaz" y "Les Cavaliers d'Ombre".

La sala que albergará la muestra titulada "Grabados eternos" está invadida por escaleras, guantes de plástico y vinilos con pequeños textos que explican por qué Picasso se dedicó también a los grabados. Los zócalos de las paredes circulares de la cúpula ya están recorridos por la obra gráfica del genio malagueño que podrá contemplarse en el centro cultural de la ría de Avilés desde mañana jueves y hasta el 31 de mayo.

"El primer Minotauro lo pintó Picasso en 1928: fue una criatura que le enloqueció. El 'Guernica' es de 1937", señala la comisaria de la exposición picassiana, al tratar de trazar una línea entre algunas de las figuras que podrán verse en el Niemeyer y la obra maestra del malagueño, el "Guernica", donde el toro se convierte es figura principal.

Marisa Oropesa fue también comisaria de la exposición dedicada a las esculturas de la fundación ICO, en el segundo semestre de 2017 en el Niemeyer. "Esta vez lo que traemos son un centenar de grabados de la serie 'Suite Vollard', que pertenece a la Fundación Mapfre, y un grupo más corto, de coleccionistas privados", aclara a LA NUEVA ESPAÑA en una visita apresurada a las salas que ayer a mediodía estaban empezando a cobrar forma después de haberla perdido con la muestra de la familia Genovés: integrada por obras del autor de "El abrazo" y de sus hijos Ana, Pablo y Silvia. Este periódico fue socio preferente de esta muestra, que contó con la instalación de la segunda escultura al aire libre del autor valenciano: "Transbase".

La inauguración oficial de los "Grabados eternos" de Picasso está anunciada para mañana jueves a las 18.00 horas. Entonces es cuando los primeros visitantes conocerán la "Suite Vollard" al completo. Son pocas las instituciones que la tienen entera: el Museo Británico o el de Filadelfia son dos de ellas. La fundación Mapfre posee la que ahora se expone en Avilés.

La técnica del grabado tiene medio milenio de historia. Se trata de una impresión que se realiza a partir de una matriz de madera, piedra, cobre o cinc. Sobre esta placa se imprime en papel o en tela el dibujo marcado. La "Suite Vollard" la empezó a componer Picasso a instancias del marchante y editor Ambroise Vollard hace nueve décadas. El impresor Roger Lacourière fue el encargado de terminar el trabajo. La muestra avilesina cuenta también con retratos del marchante prodigioso.

Otra de las series expuestas -esta parcial- es la que el malagueño dedicó a una de las obras maestras del Greco: "El entierro del Conde Orgaz". Las doce recreaciones de este conjunto ayer estaban ya colocadas, les faltaba solamente mejorar las iluminaciones. También hay piezas que coinciden "con el momento en que Olga, la mujer de Picasso, supo que Marie-Thèrese era su amante", explica Oropesa. Está hablando de la segunda mitad de la década de los treinta. La muestra cuenta con un "Retrato de Dora Maar", que fue otra de sus amantes. Y este está acompañado por "Mujer en el sillón" (1947), "Cabeza de chica. Françoise" (1974) y "Jaqueline pañuelo negro vestido rojo" (1958).

Oropesa está vinculada profesionalmente al ámbito artístico. Fue directora de la Galería Levy, de Madrid, y miembro del Comité de Arco. Actualmente es miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte (AECA) y desarrolla su labor como gestora cultural y comisaria de exposiciones. Tras el recorrido apresurado por la muestra en su forma de esqueleto, Marisa Oropesa se reincorpora a la conversación que mantenía con Carlos Cuadros. Mientras, los técnicos siguen trabajando en la puerta de acceso a la semiesfera, la próxima casa de Picasso en Avilés.