¿Puede alguien negado para la música, según propia confesión, fotografiar la música? Puede. El fotógrafo gijonés Pablo Basagoiti lo ha hecho y el resultado es "Sinestesia", la exposición que ayer se inauguró en Espacio Local (calle Ceán Bermúdez, 23, Gijón) y que permanecerá abierta hasta el próximo 5 de abril.

En términos psicológicos una sinestesia es una "imagen o sensación subjetiva, propia de un sentido, determinada por otra sensación que afecta a un sentido diferente". Eso es lo que trató de invocar Basagoiti con los músicos que se prestaron a ser retratados con una condición: en la sesión debían de hacer sonar en sus mentes una pieza musical favorita, del compositor que quisieran. Cuando la música empezaba a "escucharse" en el interior de sus retratados, Basagoiti disparaba. Unos permanecían "inmóviles, como abstraídos, otros movían la cabeza o el cuerpo; e incluso se salían del encuadre por la violencia de sus movimientos al tocar un instrumento imaginario", dice la historiadora del arte Gretel Piquer en el texto introductorio de la muestra. ¿Se puede ver la música? Estas fotografías ofrecen un atisbo de que sí.

La serie completa "Sinestesia" está compuesta por 66 fotografías que Basagoiti fue tomando a los músicos que acudían al Museo Evaristo Valle de Gijón -donde el autor trabaja- a fin de ofrecer conciertos, hacer grabaciones o clases maestras. En Espacio Local no se expone la serie completa, el autor ha seleccionado 15 imágenes, que muestran cada una a un solista sumergido en sus íntimas audiciones musicales. Según Gretel Piquer, el montaje recuerda "al desarrollo de una sonata", en la que los primeros retratos "invitan a la concentración del espectador", que luego pasa a otras fotografías "de tonalidad clásica" y desemboca en la "irrupción del jazz", con el retrato de Claudio Vasques. Piquer escribe que estamos ante "un proyecto en el que el espectador también juega una parte activa, pues deberá decidir si, al escuchar en la exposición las músicas que encarna cada artista, el sonido cambia su percepción de la imagen y la capacidad interpretativa y el poder de evocación del rostro de los músicos aumenta, como en una experimentación del montaje cinematográfico". Una exposición para escuchar viendo. O al revés.