Los ministros de finanzas de la Unión Europea no concertaron finalmente ayer ninguna medida adicional para hacer frente a la crisis económica asociada a la pandemia del coronavirus. Prevaleció la tesis de Alemania y sus aliados del Norte de limitarse a flexibilizar las reglas de la disciplina fiscal: esto es, dar margen a los estados para que amplíen el gasto público de manera individual y se endeuden más. Quedó abortado por ahora el intento, defendido entre otros países por Francia y España, de movilizar un gran paquete conjunto de estímulos para evitar el colapso.

La dimension que está adquiriendo la crisis movió en cambio a las potencias agrupadas en el G-/, encabezadas por EE UU, a promoter programas nacionales de gasto e invesión de una dimensión sólo comparable a las políticas del mismo sello que se deplegaron a partir de la recesión de 2008. Las decisiones en esa dirección se han acelerado después de que ayer, tras una acción monetaria concertada por los principales bancos centrales del mundo, las bolsas continuaran su derrumbe, con el Ibex 35 español (-7,88%) a la cabeza de las caídas en los parques europeos y con otro "lunes negro" en Wall Street.

El escaso margen de la política monetaria y su cuestionable eficacia ante el abrupto y múltiple "shock" que está provocando la pandemia, particularmente en Europa, quedó de manifiesto con la reacción de los mercados después de que los bancos centrales de Canadá, Japón. Inglaterra, Suiza, la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo anunciasen en la noche del domingo medidas coordinadas para inyectar liquidez en dólares a los mercados, despliegue de nuevo armamento que incluyó una rebaja de tipos de interés en EE UU desde el rango anterior del 1/1,25% al 0%.

La respuesta de los inversores fue otra vez el pánico. El Ibex español llegó a caer por debajo de los 6.000 puntos, cerrando con un nuevo mínimo de los últimos ocho años (6.10/). Los índices bursátiles de Alemania, Francia e Italia cedieron más del 5%. Los "futuros" de Wall Street presagiaban lo que se consumó: una apertura en picado que obligó a supender temporalmente las operaciones. Anoche, el derrumbe de la bolsa neoyorkina llegaba al 12,9%, el segundo mayor de su historia.

Tal reacción empujó a las potencias occidentales a anunciar compromisos para movilizar un arsenal fiscal de manera coordinada ante el riesgo de un colapso económico de consecuencias incalculables. Los líderes del G-7 se comprometieron, según un comunicado divulgado tras un encuentro por videconferencia, a hacer "todo lo que sea necesario, usando todas las herramientas" y de forma coordinada para fortaleces sus economías y contener los daños por el coronavirus. La Casa Blanca anunció después que está en disposición de movilizar 400.000 millones de dólares en estímulos fiscales.

Y los ministros de finanzas de la zona euro (Eurogrupo) entraron por la tarde a una "reunión virtual" teniendo en la cabeza algunos de ellos la idea de proponer un fondo de emergencia de 400.000 millones de euros utilizando de manera excepcional los recursos del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), herramienta creada durante la Gran Recesión y cuyo cometido es asegurar la estabilidad financiera de la zona euro. El presidente del Eurogrupo, Mário Centeno, anunciaba en ese momento previo que los países darían ayer una "respuesta coordinada"."Una potente respuesta está en camino", anticipó el político portugués.

Esa "respuesta coordinada"no pasó finalmente de lo ya conocido: relajar la disciplina sobre déficit y deuda para que los países hagan frente por sí mismos a la crisis con más gasto público, más una aportación limitada de fondos europeos. El comunicado final habló de movilizar recursos por valor del 1% del PIB de la UE, pero sin añadir medidas nueva a las que ha ido anunciando cada país por su cuenta y la Comisión Europea. El Eurogrupo si sugiere que podría actuar con más contundencia en el futuro: "Tomaremos cualquier acción política coordinada y decisiva que sea necesaria, incluyendo medidas fiscales, para apoyar el crecimiento y el empleo"

El desenlace del encuentro deja ver que prevalecieron las tesis de Alemania y sus socios del Norte, frente a las los gobiernos francés, español e italiano. La división que marcó la respuesta de la UE a la Gran Recesión se reproduce. Ocurre a las puertas de que, hoy, el Gobierno español delibere sobre un plan de medidas económicas que quedaron sobre la mesa el sábado ante las reservas de los ministros económicos más ortodoxos del PSOE sobre la incidencia en las cuentas públicas. Una respuesta colectiva desde Europa aliviaría tales riesgos, explicitados en la tendencia de la prima de riesgo de la deuda española, que ayer subió a 133 puntos, el doble que hace tres semanas.