Optimismo creciente en Asturias en la batalla frente a la pandemia pero, a la vez, temor a que puedan emerger dos problemas: un volumen descontrolado de contagios y aislamientos preventivos de profesionales sanitarios; y un desbordamiento de las unidades de cuidados intensivos (UCI) debido a las largas estancias -25 días de promedio- que requieren los infectados por el COVID-19.

Así puede resumirse el panorama actual de la epidemia de coronavirus en el Principado, en opinión de algunos observadores cualificados consultados por este periódico, y así lo atestiguan las estadísticas que anoche ofreció la Consejería de Salud.

La cifra de infectados por el COVID-19 aumentó ayer en 59, hasta redondear los 900, con un incremento del 7 por ciento que está muy por debajo del 20 o el 25 por ciento que día a día se registra en las regiones de España más azotadas por la pandemia, como la Comunidad de Madrid o Cataluña.

Las personas con la infección en plena actividad pasaron ayer de 774 a 819, también un aumento discreto. La nómina de curados se engrosó de un modo notable, ascendiendo de 40 a 52. Y el número de fallecidos volvió a crecer a un ritmo contenido: tres más, de 27 a 30.

¿Lo más preocupante? Lo ya dicho: el aumento de ocupación de las camas de UCI de los hospitales asturianos. Si el miércoles eran 34 los pacientes sometidos a vigilancia intensiva, a última hora de ayer pasaban a ser 48. Mientras tanto, bajaba la cifra de enfermos hospitalizados en planta: de 200 a 192.

Anteayer miércoles, los técnicos de la Consejería de Salud lanzaron dos mensajes positivos por vez primera en estas semanas de pandemia. El primero: "Estamos consiguiendo aplanar la curva", o sea, la onda epidémica. La segunda: "No prevemos un aumento muy rápido de los casos ni una sobrecarga del sistema sanitario. Esperamos poder manejar los casos, y especialmente los casos graves, sin sobrecargar el sistema".

Estas tesis razonablemente optimistas parecen estar extendiéndose en los ambientes sanitarios. Eso sí, no impiden que los profesionales que día a día acuden a sus puestos de trabajo observen con preocupación, y en algunos casos con angustia, los precarios medios de protección frente al virus que las autoridades ponen a su disposición. De ahí que no quepa descartar de un modo taxativo la posibilidad de que el contingente de sanitarios pueda verse seriamente mermado en algún momento de la batalla.

La otra cuestión candente es la fortaleza del sistema sanitario de Asturias. Es bien sabido que el Principado dispone de una red de hospitales y centros de salud bastante más tupida que la media estatal. En un documento publicado días atrás, la Consejería de Salud indicaba que la región cuenta con 2.745 camas de hospitalización y unas 102 camas de UCI en capacidad máxima, pero que, en caso de que fuera necesario, se podrían habilitar más puestos de cuidados intensivos adaptando las unidades de reanimación (REA) y de cuidados avanzados (UCA) hasta llegar a un total de 145 puestos. En el momento actual, los gestores sanitarios están trabajando en la creación de nuevos espacios de vigilancia intensiva en varios hospitales con el fin de hacer frente a la previsión de nuevos ingresos por coronavirus y de estancias cuyo promedio alcanza los 25 días.