La pandemia de COVID-19, cuyo pico se alcanzará en Europa en la tercera semana de abril, causará la muerte de 145.000 personas en el Viejo Continente. En el peor de los escenarios, esa cifra podría llegar a las 241.000 muertes. Esta es la última previsión efectuada por el prestigioso Instituto para la Métrica y la Evaluación de la Salud (IHME), de la Universidad de Washington, una institución impulsada y financiada por la Fundación Bill y Melinda Gates. Según la última estimación de esta institución académica, la extensión del virus en España se saldaría, suponiendo que los contagios se hayan detenido el 4 de agosto, con el fallecimiento de 18.300 personas. La estimación, según la efectividad de las medidas tomadas, se movería entre los 17.095 y los 20.842 muertos en el país.

Esta proyección del balance de fallecimientos que nos puede dejar la pandemia en Europa apunta a que será el Reino Unido, donde las restricciones no son tan draconianas y al principio el Gobierno de Johnson apostó por la tesis de la inmunización colectiva, el país que pagará la factura más alta: 37.494 fallecidos. Después le seguirían Italia, con 20.333 muertes, y España (18.363 fallecidos). Muy cerca aparece Holanda (18.067), cuyo ministro de Finanzas, Wopke Hoekstra, ha sido el más reticente de toda la UE a activar los mecanismos de auxilio financiero comunitario para países como Italia o España, exponiendo tesis políticas en las que subyacía aún el prejuicio de un Sur derrochador, pese a estar en pleno drama sanitario y económico. Las cifras indican que el coronavirus, en este caso, no perdona a los supuestos adalides de la austeridad. Según estas previsiones, el cuarto país con más fallecidos será Suecia (13.259 fallecidos), donde las medidas de contención están siendo muy laxas. Por el contrario, entre los países más poblados llaman la atención las cifras de Alemania, para la que este gran estudio internacional predice una cifra ligeramente superior a los 7.000 muertos (el país tiene 83 millones de habitantes), menos de la mitad de los que previsiblemente morirán en España (47 millones de habitantes).

Los datos de muertes en Estados Unidos son ligeramente inferiores a las previsiones para el Viejo Continente. Según esta proyección del IHME, la pandemia causará 61.000 muertes en el país gobernado por Donald Trump, y en el peor de los escenarios esa cifra "solo" llegará a los 155.000 fallecidos en un país con 328 millones de habitantes.

Las predicciones del IHME indican también que Portugal superará la primera ola de la pandemia con apenas medio millar de fallecidos. La explicación de esta diferencia con respecto a los datos españoles no radica más que en la previsión de los portugueses. Según indicó recientemente a la agencia Sinc Christopher Murray, director del IHME, en el país vecino los servicios no esenciales cerraron en febrero, las escuelas echaron el cerrojo el 16 de marzo y se emitió una orden de permanencia en el hogar el 19 de marzo, cuando solo se había producido una muerte en todo el país. "Debido a que Portugal comenzó a distanciarse socialmente cuando el volumen de transmisión era bajo, tienen un pico mucho menor y muchas menos muertes por día que España", aseguró a la agencia nacional española de ciencia y tecnología.

Según indica su prospección, que también analiza la demanda de recursos sanitarios, la situación será especialmente cruda en el Reino Unido, cuyo primer ministro, Boris Johnson, también ha caído enfermo, aunque ya se recupera entreteniéndose con el visionado de la trilogía de "El señor de los anillos". "El trabajo registra, por ejemplo, que en Reino Unido se espera una demanda máxima de 102.794 camas de hospital necesarias en comparación con las 17.765 disponibles; 24.544 camas de UCI en comparación con las 799 disponibles y 20.862 ventiladores -actualmente sin cifras sobre los disponibles-, indican las mismas fuentes. El Reino Unido, dentro del grupo de los países más poblados y afectados, es el que alcanzará el pico de la epidemia de forma más tardía. Será el próximo 17 de abril. Ese día, el número de fallecidos, llegará a 1.674. España e Italia, por contra, ya han superado el momento máximo de impacto de la epidemia.

Los responsables del trabajo consideran, al hablar del caso español, que las medidas de confinamiento están funcionando. "Mientras se mantengan las medidas de distanciamiento social, disminuirán el uso de los hospitales y las muertes", explica Christopher Murray. "Hay buenas razones para el optimismo en el país", añadió a la agencia SINC. Pero hace una advertencia: "El pico nacional del virus parece haber quedado atrás. Ahora hay una gran tentación de relajar el distanciamiento social demasiado pronto. Si eso sucede, el virus podría rebotar muy rápidamente". Su opinión es que un exceso de optimismo ante la reducción de las tasas de mortalidad puede ser letal y causar nuevas rondas de contagios. "En Europa se tomó en serio desde el principio la implementación del confinamiento y ya se está viendo un progreso importante en la reducción de sus tasas de mortalidad. Pero la trayectoria de cada nación empeorará si las personas se relajan en el distanciamiento social u otras precauciones", añade. La clave para evitar una "segunda ola" está, subraya este especialista en salud pública, en el despliegue de pruebas masivas para el rastreo de contactos y en el aislamiento en cuarentena de nuevos portadores de la enfermedad "hasta que haya una vacuna disponible, producida en masa y distribuida ampliamente", concluye Murray.