La en apariencia simple cuenta de los contagiados por COVID-19 está convirtiéndose en una tarea titánica. La falta de previsión para tener un protocolo estadístico estable (algunas fuentes reconocen el desbarajuste y también la dificultad de anticiparlo) ha hecho que el Ministerio de Sanidad haya modificado varias veces su sistema de información sobre los nuevos casos en el conjunto de España, las hospitalizaciones o la ocupación de las UCI. Estos son algunos de los principales problemas.

Los tipos de test

Inicialmente en España se identificaban los casos mediante las pruebas denominadas PCR (reacción en cadena de la polimerasa), que detectan ADN viral. Cuando entraron en acción los test rápidos, algunas comunidades los utilizaron como identificación de casos, sin percatarse de que esas nuevas pruebas detectan en ocasiones a personas que han pasado la enfermedad tiempo atrás pero que ya la han superado, y que en otras pueden dar falsos negativos que deben confirmarse de manera definitiva con el PCR.

Ahora, en la parte final de la gran curva de la pandemia, los casos identificados por test rápidos introducen confusión si se computan como "nuevos casos". Aliviada la carga sanitaria cuando el número de casos era máxima, muchas comunidades se lanzaron a realizar test fuera del ámbito hospitalario. En Asturias, por ejemplo, a los usuarios de los geriátricos (donde se habían detectado algunos focos) y a sus trabajadores. Eso incrementó la detección de casos, pero los test rápidos sirvieron también para identificar a personas con sintomatologías leves o asintomáticas; también a quienes ya habían superado el COVID-19 sin problemas.

En esta fase, las autoridades sanitarias quieren identificar bien los nuevos casos y evitar que se mezclen con otros anteriores, para detectar nuevos focos. De ahí que el PCR se haya acabado imponiendo como la prueba válida, tal y como consideraba Asturias desde el principio. Durante un tiempo, las comunidades reportaron todos los tipos de detección.

Fallecidos, no solo en hospitales.

También con la cifra de muertos ha habido problemas. Algunas comunidades, como Cataluña y Madrid, han reconocido que no incluyeron en su estadística a los fallecidos fuera de hospitales, por lo que tuvieron que elevar de golpe las cifras.

¿Ocupación o acumulado?

Tampoco a la hora de contar los pacientes que han precisado hospitalización o estancia en las UCI ha habido sintonía. Algunos territorios informaban diariamente del número de pacientes que tenían ingresados en UCI, otras del número total de pacientes que habían necesitado asistencia de cuidados intensivos. Además, los pacientes contabilizados como hospitalizados también computaban en la estadística de las UCI. A tal llegó la disparidad, que las notas del Ministerio se llenaban de asteriscos para señalar especificidades.

Pero al borde de la desescalada, contar con datos rigurosos es clave. Ante el caos, mejor hacer borrón y cuenta nueva, porque todo alumno aplicado sabe que en matemáticas no se pueden sumar peras con manzanas.

Con todos estos problemas se enfrentan los asturianos Juan Luis Fernández (catedrático de Matemática Aplicada de la Universidad de Oviedo) y Zulima Fernández Muñiz (profesora de la misma institución), que cada día pronostican la evolución de la pandemia. Lo han hecho con gran acierto, detectando los picos y estimando el número máximo de contagiados. Estos son sus pronósticos:

Evolución de Asturias

El descenso de casos nuevos registrado hoy (solo uno por técnica de PCR) y el creciente alivio sanitario (menores ocupaciones en camas de hospital y UCI y aumento de curaciones) contrasta otra vez con la alta cifra de fallecidos (ocho), que se explica por la incidencia pasada en los geriátricos.

Previsión para España

Previsión por comunidades: galería de curvas

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