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Crisis del coronavirus

Salir del pozo para poder saludar al fin al "güelu mineru"

Las familias dan ejemplo de civismo en el primer día de desconfinamiento en los valles carboneros

La pequeña Deva Zabaleta, saludando a sus abuelos Carmen y Pepe. D. M.

En las Cuencas hay unos 12.500 niños menores de 14 años. Si alguien esperaba que tras casi mes y medio encerrados en sus casas salieran a la calle en estampida, asemejándose a una jauría de pequeñas criaturas exasperadas, pues simplemente se equivocaba. Los peques dieron ejemplo. "Yo no quiero coger el coronavirus ese", explicaba con sus 4 añitos Mateo Campo sin soltar la mano de su madre, Rosalía Álvarez.

Los niños de los valles mineros, tras lograr al final salir del pozo, parecen haber madurado durante esta cuarentena. Se han vuelto más sabios. Rodrigo de Luis tiene 9 años y ha estado participando en un curso online para jóvenes emprendedores. No ha perdido el tiempo. Incluso, a sus 9 años, ha tenido también tiempo para reflexionar sobre el origen de la pandemia que ha puesto el mundo patas arriba: "El problema es que los chinos comen cualquier cosa, hasta sopa de murciélago", le espetó ayer a su padre, Damián. Lo hizo sonriendo y sin bajarse del patinete. "¿Puedo dar una vuelta yo solo por el parque?", inquirió ya más comedido a su progenitor, que dudó unos segundos antes de responder: "Mejor, no. Voy contigo".

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Salida de niños en las Cuencas

Padres e hijos fueron ayer muy prudentes. La risueña Deva Zabaleta tenía muchas ganas de ver a sus abuelos, Carmen y Pepe. Agarrada a su peluche, los saludaba al mediodía junto al parque Jovellanos, en pleno centro de Mieres. Ellos devolvían la zalamería desde la ventana de su domicilio, situado en un cuarto piso. "Tenía muchas ganas de salir y ver a mis abuelos". No muy lejos, Juan Fernández, de 11 años, razonaba el motivo por el que él no podía visitar a sus abuelos: "Viven en Quirós y no podemos salir de Mieres. Pero ya me ha dicho mi padre que en verano podré ir como siempre". Paso a paso.

Sin aglomeraciones

La lluvia hizo encoger ayer el desconfinamiento infantil. El agua dio un respiro entre las doce del mediodía y las tres de la tarde. Fue en esa franja horaria cuando se notó más intensamente el regreso de los niños a las calles. No hubo aglomeraciones en los parques y no se vieron agrupamientos, como sucedió en otras ciudades. Las policías aseguraron al final del día que todo había transcurrido con tranquilidad. "Lo importante es que puedan salir un poco para que les dé el aire. Ahora es la novedad, pero dentro de tres cuatro días habrá que pegarse con ellos ya no querrán salir", indicaba Enrique López mientras daba un paseo con sus dos hijos por el entorno de la plaza de abastos de Mieres.

En Langreo, la pequeña Adriana Torre se aferraba a su muñeca Lola y a la mano de su madre, Marta Rodríguez, y miraba todo con ojos sorprendidos: "Tenía ganas de salir, como vamos... está siempre con botas y chaqueta. Le dio igual la lluvia". A pocos metros, acompañando a su padre mientras compraba la prensa, Sara Castañón, de 12 años afirma que estaba deseando salir, porque está "aburrida en casa". Hace videollamadas para estar con sus amigas, y llama a sus abuelos por teléfono. "La tecnología permite que esté conectada", apunta su padre, Nacho Castañón. Era "hora punta" para las salidas, pero las distancias se guardaban. Junto al parque Dorado de Sama, Olivia Calvo, de 3 años, disfrutaba de su patinete cogida de la mano de Irene Peñalosa: "Sí tengo ganas de salir", pese a que, asegura, en casa "también estoy muy bien con mamá y papá". Eso sí, tiene ganas de volver al colegio para ver a sus amigos. En el mismo parque, Álex Diego está con su padre, Álvaro. "Llevo mal estar encerrado", dice el niño, al que le gusta "jugar al fútbol". Está en el equipo alevín del Sporting, y lo que más desea es volver a estar con sus amigos y disputar un partido con sus compañeros. "En casa estoy bien, pero tengo ganas de jugar", dice.

Por la tarde las estampas de las calles vacías volvieron a ser una constante bajo la pertinaz lluvia. Apenas se vieron niños. Tan solo algún pequeño escondido bajo el paraguas pareció de vez en cuando. A partir de hoy, si les apetece, los pequeños de Mieres podrán bajar a la calle para saludar a la patrulla Canina, la comitiva infantil que ha estado animando el confinamiento.

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