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Noreña, de ida y vuelta

A los vecinos se les queda pequeño el término municipal en el primer paseo tras el confinamiento: "Ni un paso más, que nos metemos en Siero"

Por la izquierda, Tino Fombona y Miguel Ángel Fuente, ayer en el límite del concejo de Noreña. A. I.

Un cartel anuncia el límite del concejo cuando apenas llevan 20 minutos caminando. Eso solo ocurre en Noreña. "¡Ni un paso más!, que nos metemos en Siero", exclama Miguel Ángel Fuente. El cantante Tino Fombona, su acompañante en el primer paseo de la desescalada, se detiene inmediatamente y señala: "Que ironía. Cuando hubo la pandemia del cólera, hace algo más de un siglo, cuentan que los sierenses se ponían aquí, cercando la frontera, para que la gente de Noreña no saliera a comprar alimentos".

El de la Villa Condal es el concejo más pequeño de Asturias, con poco más de 5.000 metros cuadrados. Salirse del término l sin darse cuenta a pie o a la carrera es bien sencillo. Las normas son claras: los paseos solo están permitidos dentro de los límites municipales, pero "a poco que camines te topas con Siero", apuntan Fombona y Fuente.

"Ya lo decía Manolo Villa cuando cuando ocupaba la Alcaldía de Siero y querían hacer aquí una etapa de la Vuelta Ciclista a Asturias: 'Nada más esprinten se salen'". Lo cuenta Miguel Ángel Fuente, cronista local, que almacena cientos de anécdotas locales y sucedidos. Muchas apelan a la secular piquilla con el concejo vecino, que ahora no pueden pisar.

Llegados a esa línea invisible e irrebasable -bajo la amenaza de convertirse en forajidos con mascarilla-, Fombona y Fuente dan la vuelta. "¿Tú cómo lo llevaste estos días?", pregunta el cantante al cronista. "¡Uf!, un poco hasta las narices. Llevo sin salir de casa desde que empezó el confinamiento. ¿Tú qué?", inquiere Fuente. Fombona responde: "Dejé el coche en el taller en Colloto ya hace un mes y ahí sigue, poco más".

Fluyen las cosas simples de toda la vida, dentro de la "nueva anormalidad". Entre ellas está cantar. A los dos les gusta, aunque uno lo hace mejor que el otro. "No sé si se me habrá olvidado ya", bromea Fombona, que hace 60 años acudía a Castilla en Vespino para actuar y volvía de noche bajo la lluvia por la vieja carretera, atravesando puertos de montaña, como un vaqueiro motorizado.

Ahora, rozando los 90, "La voz de tergal", -como le apodan--la que no se arruga, se conforma con dar "un paseín con la mujer", a la espera de que vuelvan a reabrir los chigres, su escenario favorito: "Cómo se echa de menos el bar", reconoce Fuente hacia el final del recorrido.

"¿Sabes que iba a dar un concierto benéfico en la iglesia de Colloto?", recuerda Fombona, recolocándose la mascarilla. "Era para la reconstrucción del templo", puntualiza. Fuente asiente y añade: "Se extraña ese ambiente".

Un mensaje le entra de pronto en el móvil. "Oye, esto es una maravilla, estás en contacto con todo el mundo". El encierro en casa les ha servido a ambos para explorar el potencial de comunicación de sus celulares. "Hablas con gente con la que llevabas tiempo sin tener contacto. También con los hijos", resumen, elogiando la tecnología que les permite rebasar la frontera de su pequeño concejo.

Poco a poco, a paso discreto, alcanzan otra vez el centro urbano. El empeño les lleva poco más de media hora. Por el camino han dejado atrás las empresas chacineras, lque en pocos días volverán a llevar picadillo y sabadiegos a las mesas de los restaurantes de la localidad. En ese momento, "muchos de fuera querrán venir", opinan ambos, pues la Villa Condal tiene la excelencia gastronómica por bandera. Precisamente, en la frontera con Siero se advierte en un cartel esa consideración.

El reloj marca las doce y media. Por las aceras se ve circular a niños en bicicleta. Hay quien discute y advierte: "Te tengo tomada la matrícula". En la puerta de la farmacia se forma una larga cola y los concejales reparten mascarillas en la plaza del Ayuntamiento.

Bajo la solana, "vaya como aprieta", Fombona y Fuente llegan a las puertas de sus domicilios: "Yo bajo a por una mascarilla en un momento. Ya nos vemos Tino". Se despiden y cada uno toma su camino, limitado por la dimensión del islote aislado en el que se ha convertido el municipio más pequeño de Asturias.

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