Juaco López, director del Muséu del Pueblu d'Asturies, profundiza en una de las joyas que se pueden encontrar en la entidad de la que es responsable: “Contribución al folklore de Asturias. Folk-Lore de Proaza” (1866).

Lo leyó por primera vez (1886) hace cuarenta años: "Es el primer estudio sobre el folclore asturiano hecho por un militar, Eugenio de Olavarria Huarte (Madrid, 1853-1933), metido a folclorista por el entusiasmo de Antonio Machado Álvarez, introductor de estos estudios en España y padre de los poetas, a partir de la información obtenida en su propia casa en Madrid a una sola informante: su criada Rosa Fernández, natural de Villanueva (Santo Adriano) y criada en Proaza, de 28 años de edad. Me causó una gran sorpresa el hecho de que toda la información saliese de una sola persona y los conocimientos del autor. No existía en nada parecido en toda la bibliografía sobre el folclore asturiano que yo había leído. Me conmovió esa relación entre una criada asturiana, que apenas sabia leer y llevaba tres meses en Madrid, y un militar liberal, interesado en la cultura popular y primer traductor al español de Guy de Maupassant".

La información proporcionada por Rosa Fernández "se ordena en seis apartados: Leyendas, Tradiciones, Romances, Cuentos, Creencias y supersticiones y Cantares. Con los materiales recogidos, el autor hace un exhaustivo estudio comparativo, buscando los paralelos del folclore de Proaza en España, Europa y Asia (India, China). El resultado es un trabajo muy interesante y de lectura muy grata, que aúna la enorme erudición de su autor en el campo del folclore y la antropología con la amplia cultura popular de una campesina asturiana del siglo XIX. El hecho de recurrir a una criada como fuente de información fue habitual entre los primeros folcloristas del siglo XIX, que eran en su mayoría profesionales que vivían en las grandes ciudades y que tenían dificultades para trasladarse al medio rural. Por eso, sus informantes solían ser personas pertenecientes a las clases populares urbanas y criadas que procedían del campo. En 1884, Antonio Machado Álvarez publicó un artículo sobre el folclore de Ávila, con la información proporcionada por una criada, que dedicó a Eugenio de Olavarría con las siguientes palabras: 'Querido amigo: Ud. lo sabe bien, un cambio de criada es, en casa de cualquiera de nosotros, un verdadero acontecimiento, una nueva mina de folk-lore que nos apresuramos a explotar'".

En este mismo sentido, "el Folk-Lore de Proaza comienza así: “La casualidad, madre de muchas obras y causa de muchos efectos, me puso en relación con una pobre lugareña de veintiocho años de edad, que hacía tres meses había venido de su pueblo, Proaza, pequeña aldea de la provincia de Oviedo, situada a unas tres leguas aproximadamente de la capital del Principado. Una noche en que salió el asunto á conversación, le pregunté si sabia algún cantar; me contestó, como el pueblo contesta siempre creyéndolo así él mismo, que no; la rogué que hiciera un esfuerzo de memoria, y por fin se acordó de uno. Detrás de este vino otro, y otro, y enredándose a modo de cerezas, en menos de tres horas me dijo 128 aquella noche. Tal fue el nacimiento de esta obrilla. Después de los cantares, con más confianza para responder ella y para preguntar yo, vinieron las leyendas, las tradiciones, los romances”.

Por otra parte, "la historia de este estudio es un testimonio de los inicios de las investigaciones sobre la cultura popular en Asturias y en España durante las últimas décadas del siglo XIX, así como de las dificultades y la incomprensión con que se encontraron los primeros investigadores en esta materia. Los estudios de folclore en España comienzan en 1881 con Antonio Machado y Álvarez (1846-1893), quien pretendía difundir esta nueva ciencia a partir de la creación de sociedades de folclore que se dedicasen a la recogida del saber popular y a la edición de revistas en las que se publicasen estudios sobre esta materia. Entre 1881 y 1885 llegaron a crearse varias sociedades en Andalucía, Extremadura, Madrid y Galicia. En 1884, con la ayuda de Aniceto Sela Sampil, intentó crear una sociedad en Asturias y también pretendió que algún asturiano escribiese un artículo sobre el folclore de la región. Sin embargo, su proyecto no sólo no fue entendido, sino que sufrió la oposición de personajes como Leopoldo Alas “Clarín” y Félix de Aramburu, que consideraban de nulo interés el estudio de la literatura y la cultura popular. Al final, Machado Álvarez no consiguió ninguna colaboración de Asturias, pero gracias a su obstinación por publicar algo sobre el folclore de nuestra región, realizó su gran amigo Eugenio de Olavarría el trabajo sobre Proaza".