Del cartel de Se alquila a un folio con una descripción de una inquilina. María Pérez -nombre ficticio- trata de revolucionar el mercado inmobiliario. Es ella la que crea un anuncio para llegar a un acuerdo con un propietario. Una idea que nace tras meses de buscar sin éxito. "Al finalizar el confinamiento empecé a buscar piso, pero está siendo muy complicado", confiesa.

Empezó entrando en portales inmobiliarios, pero los "precios abusivos" la echaron para atrás. "Entiendo que cada uno tiene sus propiedades, pero los precios que se está poniendo en la ciudad para los pisos son excesivos. He llegado a ver anuncios de pisos de mil euros. Y no de la zona centro", desvela.

En su carta de presentación explica que es funcionaria, que tiene problemas de movilidad y que le gustaría estar cerca del centro de salud San José, junto a la plaza de Pontevedra, ya que ahí es donde tiene sus "controles médicos". "De un accidente sufrí una lesión grave y tengo dificultad para moverme. Necesitaría un piso con ascensor", detalla.

Cansada de buscar por internet, María descolgó el teléfono para llamar a inmobiliarias, pero solo encontró desesperación. "Me ha pasado de todo. Desde algunas que te exigen un depósito para enseñarte pisos a otras que te piden condiciones diferentes a las que marcan los propietarios, como dos meses de fianza. Además, en alguna ocasión he quedado con los agentes y a una hora de la cita me llaman para decir que el piso ya está alquilado", relata.

Un amigo, al que llama "ángel de la guarda", le ayuda en esta aventura de buscar, visitar y negociar. Con él tuvo la idea de colgar el anuncio que ahora se puede ver por las calles de la ciudad. "Pensamos que había que dar con una solución diferente", añade.

Sin embargo, María Pérez tiene que lidiar con aquellos que la llaman "por otros motivos". "Recibo llamadas que nada tienen que ver con el piso", lamenta. Pero no se rinde y hay personas que le hacen mantener la esperanza. "Me llamó una señora para decirme que era muy original lo que había hecho", cuenta, sin perder la ilusión de "encontrar a alguien que anteponga la responsabilidad y la buena conducta personal y social".

Aunque su requisito principal es que la vivienda sea accesible, también desea que sea exterior. De hecho, esa es una de las razones por las que inició la búsqueda. "Vivo en un pequeño apartamento interior y el confinamiento fue durísimo. Ha sido demasiado difícil estar encerrada en un espacio mínimo. Creo que ver la calle desde la ventana te da esperanza", confiesa.

María Pérez no quiere volver a pasar por esa situación de sentirse en una cárcel dentro de su propia casa y espera que esta iniciativa le lleve a "contactar con algún propietario que quiera llegar a un acuerdo". Lanza, además, una crítica a la situación del mercado inmobiliario actual: "No puede ser que los precios sean tan altos. La mayoría de pisos supera los 500 euros y muchos sin muebles. Casi todos son de más de 600 euros. Eso, para una persona sola, es imposible".