“Este pueblo silencioso. Las manos en el Museo de Bellas Artes de Asturias” fue para su autor, Ricardo Menéndez Salmón, “un lugar de asilo” en la inclemencia de estos últimos meses. El libro, que reproduce trece obras de la colección del Museo con los correspondientes comentarios del escritor gijonés, se presentó ayer en Oviedo, en el Palacio de Velarde, en un acto que dio pie al autor a explicar su fascinación por la pintura. “Toda pintura, para mí como escritor, encierra la posibilidad de una historia”, confesó. A partir de esa idea Menéndez Salmón se abre a “un diálogo con la historia de la obra y de la obra con la historia contemporánea”, como hizo en su libro “La luz es más antigua que el amor”.

Menéndez Salmón charló sobre “Este pueblo silencioso”, una de las novedades editoriales del Bellas Artes en un año especialmente productivo para el Museo en ese sentido. Compartió mesa con el catedrático de Filología de la Universidad de Oviedo Francisco González y con el director del Museo, Alfonso Palacio. El aforo de la sala –reducido por el covid– estuvo al completo.

Francisco González comentó que, en su opinión, “era inevitable un libro como éste, porque el arte es un elemento imprescindible en la obra de Ricardo”. Encontró otra analogía entre el escritor y el Museo, “que no se duermen nunca en los laureles”, el Bellas Artes por mantenerse como “un museo muy vivo” y el escritor porque “cada nuevo libro es un reto” para él.

Menéndez Salmón tuvo un gesto de gratitud hacia el director del Museo. “El libro no hubiera sido posible sin la generosidad de Alfonso”, dijo, ya que, por su parte, “todo han sido facilidades y estímulos”. El resultado ha sido un volumen en el que lanza sobre las obras elegidas “una mirada educada en la sensibilidad, pero no en la academia”, como haría el crítico.

Menéndez Salmón mostró su admiración por Orlando Pelayo, a quien el Museo ha dedicado una retrospectiva y que, a su juicio, es “el creador asturiano más importante del siglo XX”.