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El legado asturiano de Antón García Abril

El compositor turolense, recién fallecido, creó para el tenor asturiano Joaquín Pixán la obra “Madre Asturias”, grabada en Londres

Joaquín Pixán y Antón García Abril. | J. P.

El compositor Antón García Abril, fallecido el miércoles a los 87 años de edad, ha dejado un legado con melodía asturiana. El autor de más de 200 bandas sonoras, entre ellas la inolvidable de la serie “El hombre y la tierra”, puso música a una colección de canciones asturianas por encargo del tenor de Cangas del Narcea Joaquín Pixán. El resultado fue “Madre Asturias”, un disco para historia de la música en la región que se grabó en 1984 en los legendarios estudios Abbey Road de Londres con la London Philharmonic Orchestra dirigida por Jesús López Cobos y la voz de Pixán. Posteriormente, el intérprete asturiano y el compositor turolense volverían a colaborar. Fue Pixán el que puso voz por primera vez al himno de Aragón que García Abril compuso a petición del gobierno autonómico y, en 2008, el compositor pondría a música a tres poemas inéditos de Ángel González cantados por Pixán.

El tenor asturiano llegó a García Abril recomendado por Miguel Zanetti, con quien estudiaba en la Escuela Superior de Canto de Madrid. Pixán quería hacer algo grande, “trasladar todo el conocimiento técnico y estético que tenía de la gran música al acerbo popular asturiano”. El tenor cangués reconoce que, al principio, García Abril “creo que rió un poco de mí, un desconocido, cuando le planteé el proyecto, que yo quería hacer con la máxima ambición y los mejores mimbres”. Al final, la propuesta convenció a García Abril y la versión sinfónica de “Madre Asturias” se grabaría finalmente en Londres en 1984, con apoyos económicos del Principado y de empresas de la región. Ese mismo año la obra fue estrenada en el Teatro Real de Madrid, amadrinada por la Reina Sofía. Posteriormente, en 2007, Pixán grabó una versión para piano acompañado por la pianista Rosa Torres-Pardo. Pixán no duda en comparar a García Abril con grandes de la música española como Falla o Turina, pese a las críticas recibidas de otros creadores de música clásica contemporánea por su defensa de la melodía. “Él decía que, en composición, la armonía es cuestión de formación, pero la melodía es una inspiración divina”.

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