Un mes después de su celebración, el concierto del grupo “Love of Lesbian” en el Palau Sant Jordi de Barcelona arroja un balance que sus responsables califican de «éxito», con seis positivos detectados entre los 4.592 asistentes que dieron su consentimiento al análisis de su diagnóstico (que fueron el 96% del total de 4.796). De estos seis contagios, «al menos cuatro» se atribuyen a una infección originada fuera del recinto. La incidencia acumulada entre los asistentes fue así de 130,7 casos por 100.000 habitantes, muy inferior a la registrada en Barcelona en la misma fecha y en semejante grupo de edad, que ascendió a 259,5 casos.

Ya en su momento, los impulsores estimaron que la calidad del aire dentro del Sant Jordi sería más alta que fuera del recinto, y el doctor Josep Maria Llibre, del Hospital Germans Trias i Pujol, que tuteló el dispositivo, lo confirmó ayer en la presentación de las conclusiones. «No fue un acontecimiento de supertransmisión», concluyó, añadiendo otras dos constataciones significativas. Una, que el concierto «demostró que se puede cribar a 5.000 asistentes en una mañana, y de manera fluida, cuando las publicaciones científicas habían dicho que eso no era posible». La otra, que «el público cumplió todas las medidas», en contraste con la idea de que «no se podía pretender que la gente mantuviera la mascarilla mientras cantaba y bailaba».

Podemos hablar así, en palabras del doctor Llibre, de una «actividad segura» para un concierto realizado en un recinto cerrado, en el que todos los asistentes tuvieron que hacerse un test de antígenos (el mismo día, en tres puntos de la ciudad) y ponerse una mascarilla homologada FFP2, y donde el público se repartió en tres sectores estancos en la pista del Sant Jordi, sin llegar a ocupar las gradas. El recinto reforzó su sistema de renovación de aire, hubo puntos de gel hidroalcohólico y un control de la acumulación de asistentes en lavabos, colas y espacios comunes.

Sobre los seis positivos, todos respondieron posteriormente a una encuesta, tras la cual, en cuatro de los casos se descartó la infección durante el concierto porque «identificaron el momento exacto en que se produjo», por un contacto familiar en un par de ellos, señaló el doctor Boris Rebollo. «En cuanto a los otros dos, no hay forma de saberlo».

Después de la experiencia del test piloto en Apolo, en diciembre, con 500 asistentes, los implicados montaron el concierto del Sant Jordi «en muy poco tiempo» y apelando «a la cabeza y al corazón», señaló Joan Roselló, de The Project, coorganizadora de la cita.

¿Y ahora? «Habrá eventos este verano, con medidas de seguridad y el acompañamiento riguroso de los profesionales médicos», apuntó Jordi Herreruela, director del Cruïlla, el único de los macrofestivales barceloneses que mantiene su convocatoria (del 8 al 10 de julio). «La mayor dificultad radica en identificar a cada persona y asignarle un resultado inequívoco, lo cual es aún complejo y caro», añadió. «Pero trabajaremos para hacerlo viable y simple». Según el doctor Llibre, «este resultado acelerará la actividad de la música en directo, porque son cifras muy sólidas».

Oviedo, un ejemplo para los músicos internacionales por mantener la programación


Roman Simovic, concertino de la orquesta London Symphony, criticaba a principios de este mes a los gobiernos británico y estadounidense por cerrar los teatros y auditorios y no ofrecer ayudas a los músicos. Explicaba que músicos con una trayectoria de 20 o 30 años tuvieron que ponerse a trabajar de repartidores. Tras la crítica ponía como ejemplo a España, “que ha demostrado que la cultura y la salud en la pandemia son compatibles en estos tiempos”. Lo hacía antes de ofrecer dos conciertos con la OSPA en Oviedo y Gijón. Lo mismo opinaba días atrás el director de orquesta William Christie “En vez de obcecarnos y apresurarnos a cerrar, deberíamos observar el ejemplo de España y cómo habéis conseguido mantener abiertos los espectáculos”, decía en Oviedo el reputado músico. Oviedo ha sido un ejemplo para decenas de músicos nacionales e internacionales que han pasado por el Auditorio Príncipe Felipe o por el teatro Campoamor en este duro año de pandemia. Conciertos de la OSPA, Jornadas de Piano y Conciertos del Auditorio, pero también la Ópera. La Fundación Ópera de Oviedo logró, contra todo pronóstico, sacar adelante la temporada. Con cambios, con restricciones de aforo, con toques de queda, pero se lograron representar todas las funciones programadas. El Auditorio acogió conciertos de clásica pero también de “Izal”, David Bisbal o “León Benavente”, ni un contagio y sí muchos elogios del mundo de la cultura, cultura segura.